viernes, 4 de diciembre de 2009

Me caí del mundo y no sé cómo se entra

Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco…
No hace tanto, con mi mujer, lavábamos los pañales de los críos, los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita, los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar.
Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda, incluyendo los pañales. ¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables!
Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó botar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el pañuelo de tela del bolsillo.
¡¡¡Nooo!!! Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto. Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades.
¡Guardo los vasos desechables! ¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez! ¡Los cubiertos de plástico conviven con los de acero inoxidable en el cajón de los cubiertos!
Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida. ¡Es más! ¡Se compraban para la vida de los que venían después! La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, vajillas y hasta palanganas de loza.
Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de refrigerador tres veces.
¡¡Nos están fastidiando! ! ¡¡Yo los descubrí!! ¡¡Lo hacen adrede!!
Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo. Nada se repara. Lo obsoleto es de fábrica.
¿Dónde están los zapateros arreglando las media-suelas de los tenis Nike? ¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando colchones casa por casa? ¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista? ¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros?
Todo se tira, todo se desecha y, mientras tanto, producimos más y más y más basura.

...Lo dice Marciano Durán, periodista y escritor uruguayo, que parece que me lee el pensamiento.

P.S.
Tal como los lectores que se asoman de vez en cuando acudan a La Vega Doce, podrán confirmar, uno de los comentarios de este post deja claro que la autoría del texto citado, que habíamos atribuido inicialmente a E. Galeano, es en realidad obra de Marciano Durán, escritor uruguayo, aunque "la red" ya se lo adjudique a Galeano. Dejamos el enlace del texto completo y enmendamos nuestro comentario a la vez que felicitamos a su autor por las reflexiones.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tal vez no haya que entrar... en ese mundo e intentar construir otro.

Anónimo dijo...

Magnífico y tremendo artículo.Cada vez estoy más convencido de que estamos inmersos en la finalización de un ciclo histórico.Asistimos a esa explosión social- con secuelas indudables a nivel personal- de sentir cómo abandonamos una orilla sin vislumbrar la de enfrente.Conscientes de lo que se abandona, no dudo que el cambio será positivo.Aunque se nos escapen vectores tales como duración y coste.(JAEM)