viernes, 14 de mayo de 2010

Nuestra frágil democracia: Un día triste

Llevamos meses llenos de estupor viendo la deriva angustiosa y sin norte de nuestra economía. Llevamos mucho tiempo ya, demasiado, oliendo la pestilencia de tantos y tantos casos de corrupción, manifestados de mil y una formas diferentes, y que se ha ido abriendo hueco en no pocos personajes de nuestra clase política.

Y cuando aún tenemos la boca abierta, en estos dias, al conocer las primeras medidas tomadas por nuestro gobierno para tratar de sostener nuestro maltrecho sistema financiero, salta esta mediodía a primera plana la suspensión como juez de la Audiencia Nacional, de Baltasar Garzón por el CGPJ, al serle abierto juicio oral por el Magistrado Varela al atribuirle una presunta prevaricación.

Dejo a un lado la personalidad de Garzón, su presunta tendencia al estrellato y todos los demás atributos que se le atribuyen aparecidos en la prensa y jaleados machaconamente en ciertos sectores. Eso es pura hojarasca. Me quedo con lo simple, con el fondo de la cuestión: Es un juez que ha dado a diestro y siniestro en temas nacionales e internacionales de gran calado. Y cuando pretende investigar los crímenes del franquismo, es fulminado con rapidez inusual.

Treinta y cuatro años y medio hace que murió Franco. ¡Casi nada!. Un período casi igualado en el tiempo al de su propia dictadura. Y hoy, tan distante ya de aquella fecha, nuestra democracia recibe un zarpazo en toda regla. No por suspender a Garzón. No es eso. Ha sido por suspender el intento de investigar nuestro pasado reciente a pesar de las lunas pasadas.

Dia aciago, día triste el de hoy. Impotencia. Tristeza. rabia. Y por qué no decirlo: miedo. Miedo de ver como a pesar de los años que nos separan de aquella época, aún sigue planeando sobre nosotros una sombra oscura y, que al parecer, nunca se marchó.

Ha sido un aviso a navegantes. ¿Quien se atreverá a recoger el testigo?. Mientras tanto sigamos jugando el partido. Sigamos jugando... eso si, siempre que el balón esté donde debe estar al parecer, donde mandan los cánones.

Mi admiración a quien intentó investigar nuestro negro pasado inmediato.... ese período que trata de quedar a toda costa en nuestra memoria colectiva como "el régimen anterior". A secas. Desgraciadamente a secas. Peligrosamente a secas.

Mi respeto y admiración para él, si. Llámese Garzón o como quiera que se hubiese llamado y quien hubiese sido. Al fín y al cabo, en el banquillo se van a sentar todas esas personas que esperaban de una vez, por fín, recibir justicia y reconocimiento para los suyos. Simplemente eso. Ni más, pero tampoco menos. Era su derecho. Lo seguirá siendo.