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martes, 22 de abril de 2014

Casetas en Abril


" Te llevaré camino del verano, prendido en mi solapa,
con aroma de lila o romero"

( Gallardo Cano)


No me refiero a la Feria de Abril de Sevilla  y a sus casetas engalanadas.
El mes de Abril, ya  de por sí luminoso, acicalado y lleno de olores por la irrupción de la primavera, nos trae también, durante unos días, otras casetas instaladas en numerosas plazas y bulevares de nuestros pueblos y ciudades. Están  esperando nuestra visita envuelta siempre de curiosidad. Nos miran solicitándonos que deambulemos por ellas sin prisas, que hurguemos en sus mostradores, que busquemos  aquello deseado y que al final, si es necesario, preguntemos por ese libro, ese libro concreto, cuyo destino será, quién sabe, un regalo dedicado con certeras palabras y envuelto con esmero.
La Feria del Libro es una manifestación pública de la cultura. Es sacar las librerías a las plazas y que sus libros salgan a nuestro encuentro. Desean hacerse ver, sentir nuestra presencia  y que los  instalemos, con todos los honores, en la plaza más emblemática  o en el lugar más especial  de la casa común que es cada ciudad. ¿Quién no recuerda ese primer libro que un día, probablemente lejano, nos enganchó para siempre al apasionante mundo de la lectura?
Son la savia que recorren el conocimiento y los sentimientos. Sin ellos, es imposible forjar una ciudadanía dispuesta a hacer viable una  verdadera sociedad  democrática.
Cada libro leído nos abre un poco más la ventana al mundo y al pensamiento, nos destapa los ojos, nos humaniza, nos hace más solidarios, nos llena de complicidad y empatía, nos iguala, nos hace más libres y, por tanto, menos manejables.
Una sociedad  puede llegar al desarrollo, pero no al progreso, si no se bebe del manantial de la cultura.
Sigo pensando, como manifesté en alguna entrada anterior, que algo deben tener los libros cuando se convierten en el primer enemigo a combatir  en momentos de barbarie, de falta de libertad  y son pisoteados  nobles derechos como la igualdad y la solidaridad, a través de implacables dictaduras o de totalitarismos  y fanatismos religiosos siempre al acecho.
Algo deben tener, si , cuando al menor descuido, como en este presente que vivimos,  surge siempre la tentación de desheredar a las clases populares, condenándolas a la servidumbre y a la secular sumisión permanente.
Una ciudad que valore la cultura como una de sus prioridades no deja pasar estas fechas sin hacer una fiesta pública, y con todos los honores, de reconocimiento al libro y a lo que representa. No hay excusas para lo contrario. Y mucho menos cuando los llamados " eventos" y celebraciones de toda índole se suceden  casi sin interrupción.
Hacer que la Feria del Libro se celebre en cada librería es un desprecio a que el libro ocupe, por unos días, no ya el espacio público, sino también un desdén a la importancia intrínseca que tiene como patrimonio público de la cultura y como ingrediente  de emancipación y autonomía de cada individuo y de la sociedad en su conjunto.
Es triste que esto ocurra. Es lamentable que se celebre sólo cuando no hay otra cosa  mejor o cuando otros " eventos" de calado lo permitan o , simplemente, haya tiempo para montarla. Nunca adquirirá, de este modo,  esa etiqueta indispensable  de " la costumbre y el hábito de cada año" para que el pueblo la haga suya y la valore. Como siempre, no son las palabras huecas sino los hechos los que determinan la importancia de las cosas y la escala de valores real.
Aún así, mañana será un gran día festivo de este primaveral  mes de Abril que ya se nos escapa de las manos. Como se nos fue, quedándose para siempre a través de sus libros, Gabriel García Márquez. Estará aguardando, con un guiño, a los curiosos que indagarán, sin prisas, los mostradores de miles de casetas abiertas de par en par  esta semana a lo largo y ancho de nuestra geografía.
Presumidas  y contentas de estar en la calle, de nuevo, y ser visitadas.


lunes, 13 de enero de 2014

A modo de sugerencia

Carlos Elordi publicó un pequeño ensayo a mediados del año pasado y que, en estos días, he tenido ocasión de leer.
El libro en cuestión se titula: ¿Quiénes mandan de verdad en España?. Está editado por Rocaeditorial y a lo largo de sus 15 capítulos disecciona y analiza   las prácticas poco democráticas  que han llevado a España a la situación en la que se encuentra.
Es un breve ensayo de 139 páginas y a precio de edición de bolsillo.
En su contraportada podemos leer:
" ¿Quiénes mandan de verdad en España?, es la pregunta que responde en este libro el reconocido periodista Carlos Elordi.
Las elecciones celebradas cada cuatro años sirven para que los poderes fácticos que realmente rigen los designios de España tomen posiciones  para dirigir el futuro del país. La banca, los grandes empresarios, la iglesia católica, la Casa Real y la Unión Europea, entre otros, influyen en la toma de decisiones, y cada uno de ellos ejerce directamente presión sobre la sociedad.
Elordi analiza cómo se articulan internamente esos poderes y cómo ha evolucionado su capacidad de  influencia a consecuencia de la actual crisis económica.
Un análisis que se completa con un repaso a la estructura del poder en algunas comunidades autónomas y con un capítulo específico sobre los medios de comunicación. El autor consigue, de este modo, desvelar los resortes del poder  ocultos en España".
Unos días antes de la salida del libro, Carlos Elordi fue entrevistado en Eldiario.es  el 8 de Junio de 2013.
La entrevista va encabezada con el siguiente titular: "Estamos ante el final de un trayecto. El sistema político está agotado".
http://www.eldiario.es/politica/Elordi-trayecto-sistema-politico-agotado_0_139636370.html

Ni que decir tiene que recomiendo su lectura por las claves que nos ofrece- frente a las machaconas claves oficiales con que nos bombardean  día a día-  y porque nos sirve para refrescar ideas y episodios- intencionadamente olvidados- , y que el tiempo, a veces, distorsiona  o  simplemente erosiona. Su lectura se hace en una tarde.

Carlos Elordii es periodista. Fue redactor de los semanarios Triunfo y La Calle, director de la revista Mayo, corresponsal en España del diario italiano La República, trabajó de 1998 a 2011 en el programa Hoy por Hoy  de la cadena SER y ha colaborado el el diario El País y otras publicaciones españolas y extranjeras. Actualmente escribe  en el Periódico de Cataluña y el eldiario.es. Es autor de varios libros, entre los cuales están  El desafío socialista (Laia, 1978), Antes que el tiempo muera en nuestros brazos (Grijalbo, 1996), Tiempos difíciles (Santillana, 2002) y El amigo Americano (Temas de Hoy, 2003).

lunes, 22 de abril de 2013

Algo tienen los libros...

"Un libro es un cerebro que habla; cerrado, un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruído, un corazón que llora"

                                                                                                                              (Proverbio Hindú)

De nuevo, mañana, 23 de Abril.

En cuántos  momentos, en cuántas épocas de nuestra vida o en situaciones vitales distintas, hemos sentido  cómo los libros.....

Transportan, seducen, iluminan, acompañan, hacen soñar, empequeñecen, alumbran, descubren, emocionan, liberan, desatan, remueven, abrigan, intrigan, atrapan, enganchan,...
Nos hacen recordar, desear. Nos provocan y nos delatan a veces. Nos hacen sentir, nos conmueven, nos despiertan. Nos enseñan y nos llevan a través del espacio y del tiempo. Nos igualan, nos enriquecen, nos humanizan. Nos hacen solidarios, nos enfrentan a injusticias, nos abren los ojos, nos hacen empatizar con causas perdidas  u olvidadas.
Hablan de nosotros. Son, en ocasiones, nuestro propio espejo. Nos cultivan, nos envuelven y nos aportan. A  veces, nos despegan de situaciones duras o momentos difíciles o, simplemente nos hacen deleitarnos, sin más.
Y todo ello, abandonándonos placenteramente en un cómodo sofá o sobre una mesa o con la almohada por testigo. A la luz del día o bajo la acogedora luz indirecta de una habitación. En la propia casa o en el andén de cualquier estación o, tal vez, sentados junto a una ventanilla por la que se desliza fugazmente el paisaje que nos lleva. En el atardecer dorado de una playa o en el patio fresco de noches con olor a jazmín. Solos o en agradable compañía.
Se convierten en viejos amigos nuestros, dispuestos a compartir reflexiones nuevas una y mil veces, siempre fieles, siempre solícitos a nuestro deseo. Nos abrazan en horas amargas de amargos sucesos, en horas felices y tranquilas o en largas vigilias obligadas. En esperas deseadas o tristes, en dulces momentos,....

¡Ah, los libros!.

Algo tienen los libros.... cuando en su quietud y reposo sobre una estantería, no pierden nunca su ímpetu liberalizador y revolucionario en su acepción más amplia. Cuando apretados en una balda son, en realidad, una explosión de libertad. Cuando en su aparente silencio, logran incrustarse para siempre por las rendijas del conocimiento y del espíritu.
Algo tienen los libros.... cuando se convierten en el primer enemigo a combatir al imponerse la barbarie, la falta de libertad o son pisoteados  nobles deseos como la igualdad y la solidaridad, en períodos humillantes  de implacables dictaduras, de totalitarismos o de fanatismos religiosos, siempre al acecho.
Algo tienen los libros.... cuando al menor descuido surge siempre la tentación de desheredar a las clases populares condenándolas a la dependencia y sumisión permanentes.
Algo tienen los libros.... cuando ya próximos a su última página frenamos su lectura por temor a un vacío en el momento de cerrar la contracubierta, aún a sabiendas de que siempre estarán ahí esperándonos para un nuevo viaje,  para otra conversación siempre nueva.
Algo tienen los libros.... capaces de sellar amistades o de hacernos sentir cómplices suyos, a través de los momentos y el tiempo  compartidos. Ellos, también llevan , a veces, entre sus páginas algún recuerdo nuestro celosamente guardado y, sobre todo, nuestros secretos fruto de diálogos mantenidos.

Algo tienen los libros....

sábado, 13 de diciembre de 2008

LOS LIBROS Y EL SILENCIO


"Me gusta hablar de los libros, de su segura compañía, de la sabiduría sin vanidad ni ostentación que poseen, de su consuelo a veces. Pero también me gusta advertir que el libro necesita un reducto de silencio. Nuestro mundo huye del silencio, lo anula, evita su presencia. Y el silencio es el sostén de cualquier diálogo profundo y por su puesto del diálogo con nosotros mismos.

Nadie se asuste: pero al tomar un libro nos llevamos el silencio que él contiene. Podemos cuidar sus cubiertas, sus hojas, pero si no cuidamos su silencio apenas podrá decir su mensaje.

Las páginas de un libro están hechas de silencio. Son silencio habitado. Entre sus líneas está el silencio que hace nacer a la palabra, que permite que la palabra sea. Si llegamos con ruido debemos dejarlo fuera para compartir su silencio. Para algunos es difícil conseguirlo, otros en cambio lo logran aunque truene a su alrededor.

Si entras en las páginas de un libro cualquier cosa puede suceder. A veces hallas un bosque y te atreves a continuar por la senda en penumbra o recorres una ciudad ajena que aún no conoces, o trasiegas la Mancha, o te tumbas en la arena frente al Adriático, o te encuentras subido a una nave que viaja en el tiempo, o estás a la orilla del Guadalquivir vislumbrando ya las tierras de América.

En ocasiones la página prefiere traerte un canto y prendidas a su ritmo las voces del amor, de la amistad, el fuego de la queja humana que no cesa, el ruido implacable de la noria del tiempo que te hace ver que todo pasa y…que todo vuelve. A veces ves cruzar por el aire un ángel y…no sabes si creerlo.

Conversas con los hombres de otro tiempo. Charlas con los príncipes, escucha a los mendigos, al burgués acomodado, al revolucionario, a la víctima y al verdugo. Dialogas con los sabios, los artistas, los viajeros.… Los libros nunca vetan a su interlocutor, no saben de clases sociales, de prejuicios, de excepciones. El libro no ejerce derecho alguno de admisión, se te entrega sin pedir carné de identidad, te abre sus puertas…solo de ti depende que logres su secreto.

A veces, entre líneas, también te encuentras a ti mismo, te reconoces, te saludas, te confirmas o corriges, te confortas, te alientas o, simplemente, decides al verte comenzar de nuevo, emprender otro camino.

Pasas la página, alguien, tal vez un filósofo, deja caer unas palabras en ese recinto de silencio en el que has entrado y ya nada es lo mismo: la tarde se transforma, tu mirada es otra, ¡pero cómo es posible, te dices, esa perspectiva insólita! Yte das cuenta de que estás viendo algo que nunca antes habías visto.

El libro se te ofrece, pero no te retiene. Su compañía siempre es prudente. Cuando tú lo quieras puedes dejarlo. El gesto es sencillo: levantas la vista y miras al infinito. Y aunque el infinito quisiera retenerte, regresas y recobras lo que estaba a tu lado: el árbol del jardín, la mesa con sus utensilios, el pan, el vino, los rostros que siempre te acompañan, tu familia, tus amigos…

Cierras el libro y abandonas el silencio. Pero el silencio de la lectura ya no te abandona, va contigo, te habita. Ahora estás en tu centro y la vida posee un pálpito distinto.

Eliacer Cansino
A 16 de Diciembre de 2008"