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viernes, 10 de julio de 2015

El vigor de las palabras

Me ha resultado singular que en el reciente referéndum celebrado en Grecia, fuese el NO la opción solicitada por el gobierno. No es lo normal. He tratado de recordar y no encuentro en mi memoria ninguna ocasión en la que el convocante no solicitase  el SI. Quien convoca- es lo habitual-, suele solicitar un SI rotundo a su propuesta. El NO  refleja la opción negativa, adversa o perjudicial. Lo digo, lógicamente, desde el punto de vista de quien promueve la consulta.
Digamos que el SI  es la opción que se presenta como positiva al contrario que  el NO, aunque en el caso griego- y esto es lo llamativo-,  haya sido la solicitud de un NO   positivo. 
Pero dejemos ahora aparcado el referéndum- y sus solicitudes aparentemente invertidas-, y ciñámonos al término  NO  y al uso que hacemos del mismo en nuestra vida cotidiana.
Lo frecuente y  lo normal es usar el SI. Probablemente tenga mucho que ver en ello  la educación servicial y obediente- sin entrar en más detalles que ahora no vienen al caso-,  en la que hemos sido educadas varias generaciones.
El uso del NO está asociado, generalmente, a actitudes negativas, incordiantes, molestas y entorpecedoras,  que define y cataloga rápidamente a la persona osada. Y, sobre todo, lleva implícito una carga de responsabilidad  y de posible culpabilidad- de la que carece el SI-, al tratarse de una opción exclusivamente personal o minoritaria en el mejor de los casos. Salirse de los carriles establecidos nunca es fácil ni cómodo.
Hacer uso del NO en el sentido de " ya basta...", nos libera y nos hace crecer en  autoestima, que no son poca cosa para andar por estos territorios. Y puede convertirse en un grito de libertad frente a las cadenas invisibles  que uno mismo se va fabricando sin necesidad de esas otras cadenas externas siempre al acecho.
Decir NO es, en no pocas ocasiones, darle un rotundo SI a la vida. 
Llegamos a creer  que negarse a una cuestión determinada es un derecho que no está a nuestro alcance. Pensamos que negarnos a algo  es crear  un conflicto sin solución e incluso nos asusta y nos amedranta la posibilidad de ser rechazados. Sin embargo, decir un NO  asociado a  un "  ya basta .." es, a veces, aire fresco que nos engrandece y que amortigua la evaporación personal a la que permanentemente estamos expuestos.
Decir NO es, en momentos especiales, muy positivo. Y ello, por una razón: porque decir SI , no deja de ser a veces, miedo,  sometimiento y sumisión en múltiples situaciones de nuestra vida cotidiana.
Tal vez no sean muchos. Pero, ¿ cuántos síes tenemos en el recuerdo  que nunca deberíamos haber pronunciado?. O lo que es lo mismo, ¿  cuántos noes  hemos callado a pesar de un admirable  clamor interior que nos lo exigía?.
Claro que no es nada fácil. Pero qué placer produce atesorar algún que otro NO a lo largo del trayecto. De esos que cuestan y cuyo precio lo certifica.

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Decir que no


Ya lo sabemos
es difícil 
decir que no
decir no quiero

Ver que el dinero forma un cerco
alrededor de tu esperanza
sentir que otros
los peores
entran a saco por tu sueño

Ya lo sabemos
es difícil
decir que no
decir no quiero

No obstante
cómo desalienta
verte bajar tu esperanza
saberte lejos de ti mismo

Oírte
primero despacito
decir que si
decir si quiero
comunicarlo luego al mundo
con un orgullo enajenado

Y ver que un día
pobre  diablo
ya para siempre pordiosero
poquito a poco
abres la mano

Y nunca más
puedes cerrarla

Mario Benedetti.-( 1920-2009).- 
Escritor, Poeta y dramaturgo uruguayo)