Nos hemos ido acostumbrando a que muchísimas de nuestras palabras pierdan su significado. Así, las guerras han terminado llamándose misiones de paz; los bombardeos, incursiones aéreas; a la muerte de personas o daños en edificios civiles, daños colaterales. De la misma manera, llamamos rescate financiero a algo mucho más duro y descarnado como es desangrar a países débiles.
Es la perversión del lenguaje. Realidades que, a pesar de su dureza, se nos presentan edulcoradas, maquilladas, suavizadas,...descafeinadas de su auténtico significado.
Más ejemplos. Probablemente saldría un listado interminable.
Al acuerdo para evitar despidos en determinadas empresas y consistente en que los trabajadores acepten ser suspendidos de empleo y sueldo dos semanas al año, se le llama medidas de flexibilidad interna. El paro se convirtió en desempleo. Bajar el sueldo es una devaluación competitiva de los salarios. Entrar en crisis es época de severa desaceleración. A los recortes se les llama reformas o ajustes. Al copago sanitario (más bien repago), tique moderador sanitario. A la subida del IRPF, recargo temporal de solidaridad. A la injusticia social de que la crisis no esté pasando la misma factura a todos se le llama impacto asimétrico de la crisis.
Al despido, racionalización de la red. A los países subdesarrollados, países en vías de desarrollo. A los beneficios empresariales, excedentes empresariales, mientras que a los beneficios de los trabajadores se les llama coste laboral unitario. A los despidos coletivos, expedientes de regulación de empleo. A la suspensión de pagos, concurso de acreedores. Los problemas han pasado a ser retos o desafío, las huelgas conflictos colectivos,......
Las palabras en rojo son negativas y se nos presentan, sin perder su auténtico significado, como algo positivo.
Y es que una forma de negar algo malo, es afirmar algo positivo. En definitiva, palabras enmascaradas bajo un buen maquillaje que nos lleve a la aceptación o, al menos, a la comprensión del discurso. No es lo mismo decir medidas de ahorro que recortes. Lo primero es ser prudentes y precavidos mientras que lo segundo es pérdida de derechos.
Para haber llegado a esta época, a estos momentos devastadores, ha sido necesario un efecto anestésico previo que permitiese el desguace tremendo y a toda velocidad del llamado estado de bienestar. Anestesia previa y convenientemente mantenida, claro está. Aunque consideremos el lenguaje como un vehículo propio de expresión del pensamiento, es también, y más ahora, un vehículo de formación del propio pensamiento que va emergiendo. Y qué mejor para ello que el uso premeditado y conciso de circunloquios, rodeos, perífrasis, ambigüedades o tecnicismos ininteligibles. Por no nombrar la mentira, la propaganda, verdades a medias,... Todo ello repitiéndolas una y mil veces como plantación regada en forma de goteo permanente. Hasta empapar.
Ciertamente, la palabra es un arma.
Recuerdo aún, cómo a mediados de los noventa se puso de moda, por llamarlo de alguna manera, aquella frase vacía y sin sentido de "pensar en positivo". ¿Qué era eso de pensar en positivo?. Pensar en positivo ( siempre encomiable) se convirtió en anular toda crítica que pusiera en cuestión lo establecido. Así se llegó, después, al pensamiento políticamente correcto antesala del pensamiento único.
Ser tolerantes ( palabra extraordinaria), se ha ido convirtiendo poco a poco en claudicación de principios básicos. En nombre de la tolerancia se han ido perdiendo conquistas, ideas, derechos,...¿Era esa la tolerancia?.
Y aquí estamos. La violencia de género estructural, las presiones económicas, laborales o familiares, la ayuda a las mujeres que decidan ser madres,.... son los motivos, parece ser, que llevan al aborto. Nuevamente se confunden las palabras, se tergiversa todo y aparece una única opción: todas las mujeres desean ser madres y la ley debe ayudar a ello. La indefensión de las embarazadas y la protección del derecho de ser madres (¿ quien duda de es derecho?), debe cerrar la posibilidad legal de abortar.
También cargada de eufemismos se nos presentó la Reforma Laboral: una ley que dificulta el despido, una ley completa, equilibrada, de interés general y solidaria. Y sobre todo una ley que nos pide sumar esfuerzos ante el estado de excepcionalidad que vivimos. ¿Quien se negaría a algo asi?.
Se nos culpabiliza de los excesos cometidos y de haber vivido por encima de las posibilidades. Asumido eso como primer paso, solo nos queda aceptar, hasta con cierto agrado como enfermo en fase de curación, las dolorosas medidas que se vayan aplicando porque son las mejores y las únicas. Además...somos los culpables.
Palabras... palabras.... palabras.....
Desaparecidas las palabras en rojo nos quedan las palabras en verde y que son, entre otras, el vehículo del nuevo pensamiento. Porque de eso se trata.
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