" La economía española registra el mayor avance trimestral desde 2007.
La inversión en construcción y el gasto público se unen al impulso del
consumo privado".
(Titular de la portada de Elpais.com.- 30. Abril.2015)
Cualquiera diría, leyendo titulares así, que la crisis es agua pasada y que estamos de nuevo cabalgando a galope entre los grandes países y alejados ya de una mala pesadilla.
Sin embargo, la realidad es tozuda. Poner pie en tierra, y abandonar falsos cantos de sirena intencionados, nos conduce de inmediato a mirar a fondo aquello que nos rodea. Es así como toda esa falacia y todas esas mentiras y embustes con que nos bombardean a diario desde todos los medios relevantes y desde todas las instituciones, se desvanecen.
¿Es que acaso destruyendo empleo y con una baja inflación, tiene algún sentido el avance que nos pregonan a bombo y platillo?.
La mejoría económica que se nos está vendiendo no se nota en las familias ni en los trabajadores. Podríamos afirmar más bien que están aumentado las diferencias sociales y que el modelo distributivo está estrangulado.
Asistimos a un maquillaje orquestado de la pobreza y de la desigualdad. Esa, y no otra, es la realidad.
Aquella cacareada crisis de 2008 - ¿ la recuerdan?- sirvió de excusa perfecta para comenzar la demolición sin escrúpulos de los avances de bienestar social conseguidos en la Europa de posguerra. Y también, para que las cúpulas financieras y económicas se adueñasen de las políticas y y postrasen ante ellos a la estructura y cuadros políticos de los países de la Unión. Y, por supuesto, para marcar una muy definida línea divisoria infranqueable entre países de primera y de segunda categoría a pesar de tener el euro como moneda única. Así se está construyendo la Europa de los mercados frente a la Europa de los pueblos.
No hacía falta ser un experto ni nada parecido para observar desde los inicios de la pregonada crisis y de aquella famosa prima de riesgo que nos atemorizaba en ración diaria como nueva inquilina en cada casa, que todo era una mentira. Una vez amedrentados, se trataba de meternos en quirófano y efectuar una operación " a fondo" para ahuyentar de nuestras vidas el fantasma del rescate. Con previa anestesia, por supuesto.
Jamás, sin el brutal número sostenido de parados, se hubiese llevado a cabo todo el proceso devastador hacia el nuevo modelo social que se está creando. La crisis, nos dicen, ya pasó. Sus dramáticas consecuencias, no.
Pasada la crisis, el laboratorio de revelado nos está mostrando una foto que no deja lugar a dudas. Entre 400.000 y 700.000 personas ( la mayoría jóvenes), han sido expulsados de nuestro país al no encontrar aquí ni presente digno ni futuro esperanzador. Esta emigración- pura y dura- es para nuestra Ministra de Empleo, simple " movilidad exterior", haciendo un puro alarde eufemístico y anestésico. Tal vez, con objeto de no comparar este presente emigratorio con el vivido en la España de los años cincuenta y sesenta del siglo pasado.
El paro, se está cubriendo con el subempleo. Un empleo precario, de devaluación salarial y a tiempo parcial en la mayoría de casos. La realidad es diáfana: lo que se está produciendo es un reparto del empleo existente, con un reparto salarial. Recordemos como hace muy pocos años ( entre 2002 y 2007), se usaba el término mileurista para referirnos, en tono entre despectivo y jocoso, a todos aquellos que cobraban al mes la exigua cantidad de mil euros. Hoy día, quienes cobran esta cantidad son, hablando en términos coloquiales, los reyes de mambo. No hay auténtica conciencia de este hecho que, por sí sólo, nos habla del engaño de la recuperación. Por desgracia, la costumbre se ha ido instalando hasta aceptar con naturalidad la precariedad en la que viven instalados millones de personas. Esta normalización de hábitos y formas de vida inaceptables, anula la memoria como factor clave de posibles y necesarios análisis que conduzcan a tomar conciencia de la realidad.
La Reforma laboral- por no hablar de otras muchas leyes aprobadas en estos últimos tiempos y que afectan a diferentes ámbitos- ha posibilitado la eliminación de garantías laborales que parecían intocables: está fomentando la contratación temporal a tiempo parcial, está precarizando la contratación indefinida con indemnizaciones injustas por despido, está eliminado la capacidad igualadora de los llamados convenios colectivos en favor de un creciente poder empresarial que es quien fija las condiciones, y está produciendo reformas regresivas en materia de protección como la reducción de pensiones, las prestaciones de desempleo y de dependencias.
La Reforma laboral- por no hablar de otras muchas leyes aprobadas en estos últimos tiempos y que afectan a diferentes ámbitos- ha posibilitado la eliminación de garantías laborales que parecían intocables: está fomentando la contratación temporal a tiempo parcial, está precarizando la contratación indefinida con indemnizaciones injustas por despido, está eliminado la capacidad igualadora de los llamados convenios colectivos en favor de un creciente poder empresarial que es quien fija las condiciones, y está produciendo reformas regresivas en materia de protección como la reducción de pensiones, las prestaciones de desempleo y de dependencias.
La implantación y viabilidad de esta Reforma Laboral sólo se entiende desde el actual paro existente como generador de la indignidad obligada: y que consiste en aceptar lo que sea y como sea con tal de tener el trabajo que sea.
Este modelo, en cuyo nacimiento nos encontramos, acabará sin duda con la crisis. Mejor dicho, ya ha acabado como nos muestran las estadísticas interesadas y voces al uso, tan distantes de los latidos de millones de personas corrientes con nombres y apellidos, sumergidas en situaciones muy duras y hasta hace poco inimaginables
Porque hay que afirmar con la misma contundencia que muestran los pregoneros del final de la crisis, que el trabajo que se está generando es precario, a tiempo parcial y de bajos salarios. Es decir, es un trabajo que condena inexorablemente a la pobreza a grandes capas de la población trabajadora. Y esto, ha llegado para quedarse, salvo que tomemos conciencia de ello y se produzca una reacción traducida en las urnas ante tal engaño y regresión.
Las consecuencias, a medio y largo plazo, las podemos imaginar a no ser que miremos para otro lado esperando como mucho el nuevo maná regalado del cielo.
Pobreza, desigualdad, y baja cohesión social. Hablamos, sobre todo, de nuestros jóvenes condenados a un futuro sin empleo- o precario- y sin protección social. Ya casi no existen, por ejemplo, horas extras. Para mantener el empleo- en caso de que se tenga- hay que echar horas y bajar la cabeza ante el abuso desmedido y la desprotección.
Por todo ello, afirmo que la recuperación es una falacia y un embuste. Es, simplemente, mentira. Aún seguimos creyendo que de verdad vendrán tiempos mejores sin necesidad de cambiar de raíz a todos aquellos que hasta aquí nos han traído con plena conciencia, haya sido por acción u omisión.
Y, además, es una trampa enorme, pensar que gracias a la economía sumergida se está resolviendo, o al menos paliando, esta situación insostenible. Esa solución , que nos lleva a pensar y a decir que en el fondo no hay tanto paro ni tanta miseria, es un encubrimiento peligroso de la realidad, porque no genera recursos para la Seguridad Social, ni financia las pensiones, además de desarticular el funcionamiento civilizado y democrático de una sociedad, que deja a la intemperie a buena parte de la misma al grito de ¡ sálvese el que pueda!.
Es pan para hoy y hambre para mañana. No se afrontan ni corrigen las raíces y, por tanto, permite un presente falso y abre un futuro incierto,
¿A qué están llamando empleo después de la crisis? Ni por asombro nos retrotrae a la situación previa a la misma. El retroceso actual solo encuentra parangón si nos remontamos varias décadas atrás.Tiempo hay por delante estos meses preelectorales para que el engaño siga avanzando a velocidad de crucero.
Continuarán en su tarea de que el lenguaje económico ( ese que trata en definitiva de todo aquello que nos importa, como son la sanidad, la cultura, la educación y la dependencia entre otras cuestiones), sea interesado para que no entendamos nada y sigamos pensando que es irremediable hacer lo que nos dicen, creyendo previamente lo que nos cuentan.
¿A qué están llamando empleo después de la crisis? Ni por asombro nos retrotrae a la situación previa a la misma. El retroceso actual solo encuentra parangón si nos remontamos varias décadas atrás.Tiempo hay por delante estos meses preelectorales para que el engaño siga avanzando a velocidad de crucero.
Continuarán en su tarea de que el lenguaje económico ( ese que trata en definitiva de todo aquello que nos importa, como son la sanidad, la cultura, la educación y la dependencia entre otras cuestiones), sea interesado para que no entendamos nada y sigamos pensando que es irremediable hacer lo que nos dicen, creyendo previamente lo que nos cuentan.