"Los pobres que tienen esperanza, inquietan a los poderosos"
( Jon Sobrino S.J.- Barcelona, 1938).- Mov. Teología de la Liberación ).
Este es el título de la coproducción Hispano-Suiza ( 1965) dirigida e interpretada por Orson Welles a sus cincuenta años e inspirada en diversas obras del dramaturgo William Shakespeare. Aunque me refería, no a la película, sino a otras campanadas que a la medianoche de mañana proclamarán que... "a año muerto, año puesto".
Este año 2014 d.C. (después de Cristo) y que bien podría llamarse año 7 d.C. ( de crisis), está a punto de marcharse sin destino conocido. A nivel personal nos deja, como todos los vividos, destellos de felicidad, de buenos momentos...¡ y que nunca falten !. También- ¡cómo no!-, nos deja, casi con toda probabilidad, contrariedades y trances amargos de mayor o menor fuste.
Pero la medianoche de mañana tiene un colorido colectivo nuevo, se quiera o no reconocer. Plazas rebosantes, hogares expectantes ante el televisor, personas en soledad deseada, o no, ... harán un brindis común cuando al final de las doce campanadas comience el primer segundo del flamante año, llave -ojalá sea así- de una nueva época distinta y mejor.
Dice el refranero popular que "año de nieves, año de bienes". No lo sabemos. Sí que podemos decir que... "año de elecciones ( municipales, autonómicas y generales como muy tarde en enero), año de bienes". Y este año 2015, más que nunca, va a ser un año electoral y, por tanto, de oportunidades.
Tiempo atrás se usaba mucho la palabra próspero para desear un buen año nuevo.
En mi último post del año deseo que las esperanzadoras campanadas de mañana desgranen, una a una, doce conceptos afines a prosperidad:
1. Favorable
2. Floreciente
2. Floreciente
3. Fértil
4. Pujante
5. Propicio
6. Progresivo
7. Audaz
8. Saludable
9. Fructífero
10. Potente
11. Afortunado
12. y Venturoso.
Frente a los años regresivos y denigrantes que estamos viviendo, sólo nos queda la esperanza y la ilusión contagiosa de que el colectivo social emergente que va en la proa del barco, rompa definitivamente la desesperanza y la desilusión. Que abra las ventanas para que el aire nuevo colme las estancias. Que remueva las aguas estancadas e insalubres. Que nos haga sentirnos dueños de nuestra palabra y de nuestro destino colectivo. Que renazca el imprescindible espíritu de justicia y solidaridad desde las nuevas instituciones que se constituyan, como contrapunto de tantas medidas indignas y claramente antisociales. Y que las personas estén siempre por encima de Primas de riesgos, de Bolsas, de Mercados y otras fisonomías de los dioses financieros . Es factible y realizable aunque lo nieguen una y mil veces.
Oteando, al menos, las nuevas miradas, las nuevas metas y los nuevos quehaceres colectivos, ¿ Quién no sentirá, así, cubiertas sus ilusiones personales?.
Para ello, tenemos que huir del miedo siempre en acecho, de la desconfianza, del desasosiego. No dejarnos intimidar, ni coaccionar, ni amenazar, ni chantajear, ni engañar por quienes nos vienen ahora con cantos de sirena y la cuarentona frase de.... ¡ O yo o el caos!, transmutándose, poco a poco por exigencias del guión, en ... ¡O nosotros o el caos!.
Aunque se vislumbren en el horizonte fuertes marejadas y mar gruesa a medida que se avanza.
Ante la crueldad de los hechos que nos rodean a diario, habrá que repetir aquella simbólica frase escrita, alguna vez, sobre un muro cualquiera:
¡ Basta de hechos, queremos promesas !.
¡ Buen año colectivo !. Codo a codo y mirada al frente. ¡Es posible!.