Nos decía Vázquez Montalbán que para explicar la Transición, "la ironía era el tercer instrumento de conocimiento, junto a la razón y el sentimiento"
Acabo de leer un libro editado en 2011 titulado "La Transición contada a nuestros abuelos". Su autor es Juan Carlos Monedero, doctor en Ciencias Políticas y titular en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid.
Si lo traigo aquí es porque aconsejo su lectura por su aportación, una más, sobre este período. Es una muy interesante reflexión para todos aquell@s nacidos antes del final de los sesenta y muy especialmente para los que llegada esa hora de la transición sobrepasábamos ya los 20 años. No se trata de retrotraernos a los inicios de la dictadura y ni mucho menos a sus negros orígenes.
Se trata de enlazar el eslabón de la transición con el eslabón de la dictadura y con el actual eslabón de nuestro "período democrático". Queramos o no, los períodos históricos no son compartimentos estancos. Intentar comprender este presente tan complicado, nuestro presente, sería imposible sin reflexionar sobre sus orígenes y su posterior recorrido.
El libro está salpicado de pequeñas viñetas que recobran total actualidad a pesar de los años transcurridos. Como nos dice Monedero: " A mayor podredumbre, más perfume. No es de extrañar que buena parte de los orígenes del franquismo y la transición se encuentre en revistas de humor: La Codorniz, Por Favor, Hermano Lobo, El Papus, El Jueves. Un país de sainetes, zarzuela y murgas. La España de charanga y pandereta de Machado, con desarrollo inmobiliario y macroproyectos megalómanos. Una España que, como siempre, se pinta con los colores del esperpento en sus momentos trágicos."
Me quedo sobre todo con los siguientes párrafos del libro:
"Los momentos de crisis, son siempre un buen momento para sacar de procesión a la Transición (Así, con mayúsculas).
El panorama no es amable. Gente a la que le duele el desempleo y la falta de vivienda, la ausencia de expectativas, la fatalidad de la política que no sirve para cambiar nada cuando son los mercados o políticos extranjeros quienes dictan las claves internas, el riesgo de descender en la escala social convertido en un miedo hacia los hijos, el pánico permanente ante lo desconocido de un mundo que pierde sus contornos, la docilidad propia de una educación clientelar que estigmatiza el conflicto, las malas maneras del poder, la corrupción permanente ( posible cuando se tiene tutelado o bajo clientela al electorado y unos medios consagrados a la desinformación), la sumisión de las víctimas, la subordinación de los débiles, el privilegio, las mentiras, la falta de honestidad de los medios de comunicación, la ocultación de un pasado en donde pueden encontrarse las claves para que el presente tenga un poco más de brillo...
Si las víctimas del empobrecimiento de nuestra democracia empiezan a sospechar, si transforman el dolor en conocimiento, el conocimiento en voluntad de cambio, la voluntad de cambio en poder para cambiar, y ese poder decide ponerse en marcha, harían falta entonces referentes. Llegaría el momento de construir una "pedagogía democrática" no a partir de una "transición opaca" sino de una transición transparente. Una transición transparente... Releer de manera diferente lo que ocurrió, darle voz a los silencios, quitarle argumentos a las interpretaciones forzadas. Como decía Koselleck hacer de la historia magistra Vitae. Encontrar ayer argumentos y fuerza para la rabia retenida de hoy."