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viernes, 27 de marzo de 2009

La pesadez en estado de levitación

Anda por ahí, en estos últimos tiempos un tufillo irrespirable al que podríamos nombrar como el gas de la pesadez. Llamémosle así para ser cortés en el uso de las palabras. Bien podría ser bautizado con nombres más contundentes, más certeros, más reales... mejor acotados.

Y digo de la pesadez porque tiene la propiedad de atravesar, como si no fuese con él, la línea imaginaria de todos los tiempos. Para tener esa propiedad, este gas no entiende de avances, de corrientes diversas, de filosofías, de estudios científicos, ni de desarrollo, ni de progreso. La soberbia le hace enfrentarse a la evidencia. Eso sí, al cabo de cientos de años, puede pedir perdón o perdonar a quien en otros tiempos fustigó.¡ A buenas horas!.
Mantener esa propiedad le hace, a veces, manifestarse de formas distintas. Hiberna si es necesario esperando mejores tiempos o sale a la luz si lo ve proclive.
Los de ahora, son tiempos propicios. Ir a África no tiene nada que objetar. Ir a África a condenar el uso del preservativo, allí precisamente, es un atrevimiento que deja paralizado no sólo a buena parte del mundo científico, sino tambien a millones de sus propios seguidores por no decir, también, a millones de descarriados.
Ir a África como líder espiritual de un imperio religioso, a hablar sobre la maldad del preservativo es como poco, irresponsable. Ir a África a condenar el preservativo, a la vez que se predica de forma contundente contra el aborto... no tiene nombre. No tiene nombre.
Elimina de un plumazo la lucha contra la propagación del sida, y elimina también de un plumazo la posibilidad de mantener relaciones sexuales a aquellos que estuvieran de acuerdo en no querer abortar posteriormente. ( Ni tan siquiera dentro del matrimonio).
¿Qué ofrece entonces Benedicto XVI, antiguo Prefecto de la Sagrada Congregación para la Propagación de la Fe?. Castidad hasta el matrimonio y procreación, procreación y procreación. Todo lo demás a las tinieblas. ¡Increible!. No hay más caminos. Piden demasiado, porque además piden para todos y eso es lo grave. Para todos, no lo olvidemos. Ellos eligieron la castidad( no fue siempre asi), ellos eligieron no casarse( no fue siempre así), ellos eligieron mantener a la mujer apartada del gobierno de la iglesia ( no fue siempre así), ellos, pastores ( así se definen) conducen a su rebaño por las sendas de sus leyes ( no siempre evangélicas). Y pretenden que sus leyes se implanten en la sociedad civil a través de los parlamentos y de los gobiernos ( Que se lo digan si no, a la sociedad italiana y su ley de testamento vital) . Quieren ser el gobierno de todos los gobiernos, sin pasar por urna alguna. Menudencias, al fín y al cabo. ¿ Alguien da más?.
Un artículo más, aparecido en el diario El País de hoy sobre el preservativo en la opinión de una revista médica.

domingo, 15 de marzo de 2009

Monseñores

Monseñor Rino Fisichella, Presidente de la academia pontificia para la Vida, ha amonestado hoy a Monseñor Cardoso Sobrinho, Arzobispo de Olinda Recife.
El motivo ha sido la historia que saltó a los medios de comunicación hace unas fechas. Una niña de 9 años y violada desde que tenía 6 por su padrastro, queda embarazada y aborta con la ayuda de su madre y de un equipo médico. Aborta legalmente de acuerdo a la legislación vigente en Brasil donde el aborto es permitido en caso de violación y riesgo para la vida de la madre. En este caso se dan las dos circunstancias.
Monseñor Cardoso excomulga ipso facto a la madre y al equipo médico de acuerdo a la legislación de la Iglesia católica. Ante las presiones del gobierno, Monseñor cardoso insistió " ... mi deber es alertar al pueblo para que tengan temor a las leyes de Dios".
Al otro Monseñor, Rino Fisichella, parece ser que lo que más ha molestado ha sido la publicidad del caso, ya que según dice, la excomunión se produce de forma automática en el caso de abortos no espontáneos y no habría que haber llegado a esto.
Se podrían decir y escribir cantidad de cosas sobre las actitudes de los Monseñores. No lo voy a hacer. Son sus valores, sus normas, sus creencias. Son sus leyes. Leyes- estas y otras muchas- que deben cumplir todos los que se sientan en comunión con esa Iglesia de la que se sienten dueños y únicos portavoces. Leyes cuyo incumplimiento, como en este caso, llevan aparejada la expulsión inmediata de la Comunidad (excomunión) sea cual sea la opinión del gobierno.
Pero con idéntica contundencia, la sociedad civil a través de sus representantes elegidos democráticamente debe tener sus propias leyes que amparen y les posibilite a ciudadanos y ciudadanas su opción libre y responsable, sea cual sea la opinión de la Iglesia en éste y otros temas.
Ciudadanos y ciudadanas somos todos. Miembros de una sociedad civil regida por sus propias leyes basadas en la declaración Universal de los Derechos Humanos. Las creencias son personales y pertenecen a cada conciencia. Y cada cual, de acuerdo a su elección, debe responder y ser consecuente con la Iglesia a la que pertenezca.
El artículo al que me refiero aparece hoy en El País con el título " Son otros los que merecen la excomunión" y está firmado por Rodrigo cavalheiro.

sábado, 31 de enero de 2009

Vivir para ver

A propósito de la campaña iniciada en algunas ciudades españolas a favor del ateísmo, campaña casi festiva y purificadora del aire ya de por sí contaminado de las mismas, surge la voz de el cardenal Rouco Varela con tono poco festivo y nada purificador en contra de los llamados autobuses ateos.
Mala memoria guarda el cardenal de cuando absolutamente todo estaba inundado hasta el tuétano de infinitos autobuses disfrazados de mil y una maneras en nuestra vida cotidiana, con la leyenda " Dios existe, así que cuidado".
A veces el autobús era el despacho de un párroco de pueblo expidiendo el famoso certificado de bautismo tan necesario para tantas y tantas cosas... Otras veces el autobús se lo encontraba uno en las clasificaciones de películas desde el uno hasta aquello de cuatro, gravemente peligrosa.
El autobús era también aquellas semanas santas en que desde el Jueves Santo hasta el Domingo de Resurrección cerraban los cines en los pueblos. Y quien no recuerda aquel otro autobús en que el monseñor de turno nos deseaba las buenas noches en TV antes del cierre o aquel que nos pulverizaba la programación televisiva,ya de por sí enferma de gravedad, de aquellos días santos con las tardes enteras de musica clásica, desfiles procesionales, locutores y locutoras de luto riguroso,...

Había otros autobuses aún peores. Por ejemplo, aquél, en que los párrocos tenían la potestad de conceder certificados de buena conducta para acceder a algunos trabajos. Sí, han leído bien. Certificados de buena conducta. Por no hablar del autobús en el que veíamos a los prelados ocupar escaños en las entonces llamadas Cortes Españolas o al entonces cardenal Cantero Cuadrado ocupar uno de los tres sillones del Consejo de Regencia de la nación, desde que expiró Franco hasta la jura del monarca.
En los autobuses ateos aún no me han invitado, y mucho menos me han obligado a montarme. Sin embargo, en los otros autobuses que he mencionado y en otros muchos no mencionados, no me invitaron a montarme. Me obligaron.Nos obligaron. Y de qué manera. En el tema educativo no fue un autobús. Más bien fue una inmensa caravana.

Para qué seguir.... Sólo decir que todas estas cosas duraron hasta bien entrados los años setenta. Y bueno... algunos autobuses aún permanecen, pero eso ya es otra historia.
Juan José Millás escribió ayer día treinta un artículo en el diario El País titulado Sorpresa en el que invita al cardenal Rouco a que refresque su mala memoria. En este caso tampoco puede decirse aquello de ... para autobuses los de antes.