viernes, 14 de noviembre de 2014

La cultura del disfraz

El sistema/2: Tiempo de los camaleones: nadie ha enseñado tanto a la humanidad como
estos humildes animalitos. 
Se considera culto a quien oculta, se rinde culto
a la cultura del disfraz. Se habla el doble lenguaje de los artistas del disimulo.
Doble lenguaje, doble contabilidad, doble moral: una moral para decir, otra 
moral para hacer. 
La moral para hacer se llama realismo. La ley de la realidad
es la ley del poder. Para que la realidad no sea irreal, nos dicen los que mandan,
 la moral ha de ser inmoral.

( El libro de los abrazos, 1989.- Eduardo Galeano )


Hay tareas imposibles. Cada uno podría aportar ahora  los ejemplos que quisiera. Y no, no me refiero a las que necesitan tiempo, o a las que, por ejemplo, nos vemos incapaces de afrontarlas sin conocer a fondo nuestras posibilidades, o a esas otras que nos parecen  imposibles y simplemente están escondidas en moldes utópicos y, por tanto, realizables en un momento concreto como la historia nos demuestra.
Me refiero a algo más simple. Por ejemplo, pretender que la nitidez  y la claridad estén presentes cuando se lleva colocado un disfraz. Cosas incompatibles e imposibles por definición. Un disfraz o máscara, propios de algunas fiestas, puede producirnos una risotada, no hacia la persona anónima que lo lleva, sino hacia  la originalidad del propio disfraz. Evidentemente en este caso no se trata de ser diáfano. Por tanto la tarea es posible. 
Pero el asunto cambia cuando manteniendo el rostro tal cual ( y nunca mejor dicho), son sus interiores los que están enmascarados. Interiores atiborrados de chanchullos, cambalaches, componendas, arreglitos, enredos, trampas,.... hábilmente disfrazados con modélicos disfraces o máscaras  de honradez  y moralidad. 
Y el tema llega ya a niveles de alta cocción cuando estos personajes disfrazados forman parte de la vida pública con voz y mando en plaza. Es decir, legislan, ejecutan leyes, y viven y disponen de los dineros públicos, de acuerdo al puesto y nivel que le corresponda. 
No hace ninguna falta leyes de transparencia ni leyes  anticorrupción. Eso es lo que vulgarmente se llama marear la perdiz y que es justo lo contrario a toda transparencia.  Bastaría con abandonar la cultura instalada del disfraz y de la impunidad. Todo ello a través de un cambio de leyes que ahora amparan como legal, aspectos dudosamente éticos.
¿ Cuántas cosas cambiarían si se modificase la injusta Ley electoral; las listas electorales cerradas; los periodos de mandato o ejercicio político; las puertas giratorias; la cantidad de prebendas legales y sin embargo injustas; la financiación de los partidos, ..?. Sólo con hacer frente a estas cuestiones nos situaríamos a años luz de la situación degenerativa en que nos encontramos.
Es una tarea del todo imposible que quienes desde la esfera pública  han nadado en el pasteleo o han mirado para otro lado durante años o décadas, pretendan, con toda la cara del mundo al descubierto, legislar ahora, precisamente ahora, cuando los disfraces interiores se están deshilachando, sacándose de la manga  una ley de transparencia. ¿Cuántas veces se llevaron leyes de transparencia en los programas electorales y fueron guardadas en el baúl de los recuerdos?
Ya no hace falta. porque cada día que pasa  aumenta la nitidez. Y aumenta, porque los disfraces están cayendo a velocidad de vértigo y no precisamente porque ellos hayan enarbolado la bandera de la transparencia. Se ven abocados a un cambio que les está moviendo los pies y ahora quieren ir en primera fila y con la pancarta en mano.
¡Cambiemos todo para que nada cambie!, ( Frase de la novela de Lampedusa, El Gatopardo y llevada posteriormente al cine  por Visconti  en 1963).
¡ Ah, siempre dispuestos para las fotos y el engaño!. ¡ Qué difícil soltar el disfraz!
Lo último al día de hoy- mañana ya veremos- son los viajecitos del Presidente de Extremadura, José Antonio  Monago Terraza. Al destapar el pico de esta alfombra- la alfombra nuestra de cada día- se nos muestran con toda claridad  los disfraces mantenidos y el pasteleo de nuestros representantes, en sueldos, prebendas, dietas, privilegios, etc., sin que nadie, con posibilidad real de cambiar las leyes, haya abierto la boca en años y décadas. Lo de menos, aún siendo importante, son esos viajes en sí y las presuntas irregularidades a nivel personal relativas a dineros públicos.
Lo relevante, aunque se trate de diluir desde el poder, es el estado de cosas que permiten esos comportamientos, tal vez legales, pero absolutamente faltos de sentido ético. No son las personas. Es todo un sistema. Basta con ver en qué aguas nadan y toman el sol nuestros representantes. Playas acotadas  y alejadas  del pueblo llano y sus circunstancias presentes.
El diario Público.es  nos ofreció ayer una columna firmada por David Bollero y titulada: Los gastos de los diputados con ojos de ciudadanos. 
Refleja el tremendo contraste  con nuestra realidad. Es muy difícil, dificilísimo, pensar que quienes así actúan  y mantienen ( automantienen, mejor dicho)  sus prebendas y privilegios,  no sean casta.
De la lectura del artículo, que es todo un rasguño a este nuevo disfraz, quiero hacer mención de un dato:
Para acceder a la beca máxima  como estudiante ( 1.500 €/ mes), la renta básica familiar no llega ni a los 15.000€ al año. Pues bien, esa beca máxima es menor que las dietas que cobra un diputado si vive fuera de Madrid ( 1832´86 € mes ). Todo legal - tan legal como que quienes están o lleguen a estar imputados se mantengan en puestos públicos- pero.... ¡ tanto que decir, tanto que cambiar, tanto disfraz que quitar!
Me remito al texto de Galeano que encabeza esta entrada:
".... para que la realidad no sea irreal, nos dicen los que mandan, la moral ha de ser inmoral".


--------

* Eduardo Germán Hughes Galeano: ( Montevideo, 1940).- Periodista y escritor uruguayo. Considerado como uno de los más destacados escritores de la literatura  latinoamericana. Sus libros más conocidos: Memoria del fuego ( 1986) y La venas abiertas de América Latina ( 1971). Combina documental, ficción, periodismo, análisis político e historia. ( datos de Wikipedia).




No hay comentarios: