sábado, 20 de marzo de 2010

Vivir sencillamente






En una época en la que la crisis económica es ahogada por el estúpido consumismo humano y la necia necesidad de estar en posesión del “ Iphone “de última generación, es del todo admirable que una persona pueda vivir, o sobrevivir sin las comodidades propia de nuestro tiempo y se convierta en una especie de “bicho raro” cuya forma de vida es digna de análisis
Se trata de mi amigo Paco, un cabrero de la Sierra de las Nieves de unos 40 años que pasa sus días entre sus cabras y sus “tajos” sin más compañía que su fiel perro y sin otro objetivo en la vida que vaya más allá de ser feliz en contacto con la naturaleza.
Ser feliz para el es levantarse dos horas antes del amanecer, subir a lo más alto de la Sierra en busca de sus cabras y bajarlas, a base de “voces” y de certeras pedradas con su honda, para ordeñarlas en su sencilla “majada”. No quiere mucho más. Tan solo ir de vez en cuando con su viejo “LandRover” a vender sus quesos y aprovechar para tomarse una cerveza bien fresquita en el bar del pueblo.
Me gusta ir a verlo y hablar con el. Lo suelo esperar en su “choza” , construida con piedras y que no necesita de cerradura ni de candado porque, como el me dice, no tiene nada que se puedan llevar. Tan solo un par de camas, un “infiernillo” , dos viejas sillas de enea y una mesa de madera “tiritona”. Cuatro o cinco platos, unos vasos, dos peroles y poco más. Ni tele, ni radio, ni frigorífico, ni na...
Baja por la “cañá”.Lo oigo desde que asoma por la lejana vereda, le doy una voz y me responde, pero tarda casi una hora en llegar. Aparece con una enorme “tranquilidad “que a algunos le puede parecer exasperante. Viste, como casi siempre que lo veo, un viejo pantalón de pana y una camisa de franela a cuadros
Muestra su alegría al saludarme y agradece enormemente la visita con un sincero abrazo. Le ayudo a ordeñar ¡Bueno lo intento¡ y al acabar la dura faena me invita a sentarme junto a la chimenea y compartir con el un trozo de tocino o de morcilla y un café de “pucherote” con la leche recién ordeñada.
Me cuenta que se “asfixia “ en la ciudad. Cuando no tiene más remedio que ir a Ronda para algún “papeleo” procura estar el menor tiempo posible, aprovechando para hacer alguna pequeña compra. Vive así desde que tenía 16 años y dejó el colegio. Antes estaba con el su padre, al que conocí, pero murió hace un par de años. A veces su madre sube desde el pueblo pero ahora debido a su edad ya no lo puede hacer tan frecuentemente
Está soltero, no tiene novia y me dice que cree que nunca la va a tener, porque no hay mujer que quiera vivir como el vive.
Tras el desayuno se suele dedicar a elaborar unos deliciosos quesos que le permiten vivir .Después de comer “cualquier cosa” dedica un buen rato a su huerto que le proporciona todo lo necesario para "autoabastecerse". Y nada mas caer la noche enciende su farol de petróleo y junto a la chimenea le echa un vistazo a los viejos libros de Geografía y los Atlas que le suelo llevar de vez en cuando porque le encanta ver las fotos y los mapas de esos países tan ”lejanos” para el . Me cuenta que no aguanta mucho y que se va a la cama a eso de las nueve. Y vuelta a empezar.
Para el no hay Sábados, ni Domingos, ni vacaciones .ni fiestas. Tan solo el día de la patrona y la “feria” de Agosto que es cuando suele pasar unos días con su madre en el pueblo para ver a la “Virgen” y para saludar a los familiares que vienen desde la costa.
El otro día le pregunté: ¿Paco eres feliz? Y me respondió de forma rotunda: Si, Juan soy muy feliz. No quiero otra cosa nada más que estar sano y poder vivir como ahora lo hago.
A veces pienso que me gustaría ser como mi amigo Paco.

2 comentarios:

AGL dijo...

Hermoso relato... que nos hace pensar en que la felicidad, ese tren que vemos pasar tan deprisa, es posible-

Anónimo dijo...

Vivir sencillamente es también mi aspiración...lástima que no pueda alcanzarla