
"Para Santa Orosia creo
que este verano irá bien.
Para San Miguel me veo
arruinadico otra vez..."
Con esta canción, solía arrancar Labordeta sus recitales cuando iba de pueblo en pueblo por todo Aragón a mediados de los 70. Y acto seguido, la gente empezaba a bailar. Después venía aquello de "Arremojate la tripa que ya viene la calor" o se ponía algo más serio y cantaba "La vieja" o aquella otra canción que tanto llegaba a la gente: "A varear la oliva".
que este verano irá bien.
Para San Miguel me veo
arruinadico otra vez..."
Con esta canción, solía arrancar Labordeta sus recitales cuando iba de pueblo en pueblo por todo Aragón a mediados de los 70. Y acto seguido, la gente empezaba a bailar. Después venía aquello de "Arremojate la tripa que ya viene la calor" o se ponía algo más serio y cantaba "La vieja" o aquella otra canción que tanto llegaba a la gente: "A varear la oliva".
El público vibraba cuando entonaba el "Polvo, niebla, viento y sol..." que se convirtió en el himno de Aragón, en nuestro himno. Para terminar echaba una de sus "despedidas" sabiendo que la gente no se movería de allí sin que todos juntos entonásemos el "Canto a la libertad", la guinda de sus recitales.. Era entonces cuando las luces de la plaza se apagaban y la gente encendía sus mecheros para cantar con ganas "Habrá un día en que todos..."
La primera vez que vi a Labordeta en directo fue en la plaza de Lumpiaque, un pueblo vecino del mío, Épila, una noche de agosto de 1976. Lo seguimos luego por toda la Ribera del Jalón en las fiestas de los pueblos, esos pueblos para los que parecía hecha a medida la voz de Labordeta y sus canciones. Le siguieron luego otras noches, otras fiestas, otras verbenas populares en Calatorao, La Almunia, o en la plaza de toros de Épila.
"El abuelo", como cariñosamente le conocían ya todos en Aragón, se ha ido más lúcido que nunca después de su paso por la política, por el periodismo, por la enseñanza, por la literatura y por la canción, con el aprecio de todos (excepto, tal vez, el de aquellos a quienes mandó "a la mierda" con tanta razon).
Entre todas sus canciones, me gustaba escuchar especialmente (igual que ahora) el Canto de Albada, que dejo aquí para compartir con todos los amigos. Aún hoy, al escucharla me traslado a una plaza de pueblo una noche de agosto, donde siempre convocaremos ya, a la luz de los mecheros, a Labordeta, al querido "abuelo".
Labordeta -
Jose Antonio Labordeta -
3 comentarios:
Hola, maño. Muy bonita la Albada, sí señor. Pone, al final, los pelos de punta si te metes en situación.
Me hubiera gustado estar ahí... en ese tiempo... en ese lugar...
Hoy he visto a Serrat en la capilla ardiente. Serrat y Labordeta han sido (casi) los únicos cantautores de aquellos tiempos que han permanecido hasta ahora
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