miércoles, 8 de diciembre de 2010

El cuponero

“El treinta, llevo el treinta”. Una ligera parada y de nuevo: "el treinta, llevo el treinta". Así hasta la cuarta vez. Aquí se para un poco y cambia el pregón. “ no va a tocar( dos segundos de silencio) y apostilla…” pero…. ¿ y si toca?” Termina con una sentencia: “Que coraje por no comprarlo.Más coraje cuando se entere que el churrero lo ha comprao”.
Silencio.
Nuevamente suena el pregón a lo largo de toda la calle Doña Blanca: " el treinta, llevo el treinta”.

Al pasear por las calles de Jerez, respiro un ambiente melancólico, de pesadumbre, de luz mortecina. Me ha evocado a mi niñez y adolescencia: ropa de domingo y Teatro Villamarta en sesión de cine de la 11 a la 23. Calles desangeladas, comercios vacios, terrazas desocupadas, mendigos borrachos y silencio, mucho silencio, roto por el pregón del cuponero.
En aquella época las calles de nuestros barrios la ocupaban los pregoneros. El vendedor de cupones me ha evocado a ellos. En verano se ofertaban “ Coquinaaass, coquinas frescas” “ Caaaracooooles”. En época de otoño-invierno había algunos que gritaban a pleno pulmón una sola palabra: “Picónnnnn” .Estábamos a mitad de camino entre la modernidad de las estufas de butano y el tradicional brasero de picón. Otros pregoneros nos proponían cambiar botellas de vidrio por globos o pitos. Era todo un mensaje anticipatorio del reciclaje. También había los que compraban pelo para las muñecas. Los dulces no podían faltar en este variada oferta mercantil y con un tono monorítmico clamaban con deje andaluz: “ ^Surtana, surtana^ de coco y huevo”.

Con la melancolía de ahora, nos “toman el pelo”, los caracoles son una "delicatessen" de alta cocina; las botellonas, son el lugar de encuentro para beber alcohol con pretexto o sin el; el trabajo de los jóvenes es “ leche y picón” y la cosa está de “ coco y huevo”.


Así que, menos mal que algunos siguen ofreciendo el “ treinta”, porque tocar no toca, pero… ¿y si toca?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

En mi pueblo, un ciego que vendía cupones gritaba aquello de "iguales para hoy"... Eso de "iguales" era para el niño que fui todo un enigma: ¿iguales que los de ayer? ¿iguales todos los números que vendía? ¿iguales premios? Iguales, si... ¿pero a qué o a quién?.. preguntas de niño que quedaron si respuesta... Luego vino el sueño de "ser iguales" y después la comprobación de que unos son más iguales que otros... AGL

Anónimo dijo...

Parece ser que anteriormente a la ONCE, distintas personas ciegas había creado distintas sociedades en la que ya vendían boletos o cupones ( estamops hablando del primer tercio del siglo pasado). Uno de estos cupones recibía el nombre popular de " Los iguales". Puede que sea a partir de aquí el nombre que le daban los pregoneros
JRDC