viernes, 7 de marzo de 2014

Infamias de cada día

Holocausto: sacrificio, inmolación, ofrenda, ritual, matanza.
Definición de la RAE: ( del lat. holocaustum): gran matanza de seres humanos.


En la víspera del Día internacional de los Derechos de la Mujer.

A pesar de leer o escuchar  declaraciones de grueso calibre, un día sí y el otro también, de relevantes autoridades eclesiásticas ( Cardenales, Obispos,...), no dejan de asombrarnos cada vez que lo vuelven a hacer. Así ha sido con sus últimas afirmaciones  a propósito del aborto.
El diario digital elplural.com recogía ayer la siguiente información: " Obispos desatados con el aborto: Reig Pla asegura que han causado más muertos que la Guerra Civil". Malintencionada declaración de un Obispo perteneciente a una Iglesia que abrazó, -con decisión y su activa participación-, los ideales golpistas y la posterior Guerra y Dictadura a la que se refiere.
El Prelado de Alcalá de Henares y Presidente de la Subcomisión Episcopal  de Familia y Vida de la Conferencia Episcopal Española, afirma  entre otras cosas:
" La libertad de la mujer no se puede corromper  defendiendo el derecho a decidir".
" Abortar es desvalorizar a la mujer  y ponerla como campeona de la destrucción de la vida".
" La vida es un derecho prepolítico anterior al Estado".
" Con la  despenalización de  la ley de supuestos de 1985, se han producido dos millones de abortos, muchas más muertes que con la Guerra Civil, un holocausto silencioso". Comparar aborto con holocausto  no es de recibo. Es una infamia que nos toca escuchar al sur de los Pirineos en esta tierra de misiones permanentes. ¿Dónde nos situamos, pues, en nuestro contexto europeo?.
Por su parte, Munilla (Obispo de San Sebastián), en su Pastoral "El descarte del aborto",  compara a "ancianos, enfermos, niños y ... niños por nacer". Y habla de "incoherencia moral  de una ciudad que prohíbe las corridas de toros  y luego acoge  a un hospital para sacrificar niños". Termina diciendo: "La nueva ley es injusta porque sigue permitiendo abortos".
¿ Cómo es posible hablar en estos términos desde la autoridad y el poder que les arropa?. Comparar el aborto con la Guerra Civil,  afirmando que ésta no llegó a tantos muertos y crímenes, es algo abominable. 
Una Guerra, consecuencia de un Golpe de Estado, y cuyo Dictador nombraba Obispos y era llevado bajo palio con todos los honores. Una Guerra que fue bendecida con  el nombre de Cruzada. Una Guerra sobre la que aún no han  pedido perdón por su apoyo a la misma   y por su papel relevante lo largo de la Dictadura. 
Y comparar el aborto con el holocausto es un despropósito incalificable. ¿Por qué ese deseo de criminalizar a la mujer? ¿ Por qué fue precisamente una mujer - Eva- quien según sus creencias trajo el pecado al mundo?.
¿Cómo una institución gobernada por hombres, y que mantiene el celibato, puede opinar y decidir  lo que tiene que hacer una mujer  con su cuerpo? ¿ Cómo hablan así estos obispos  desde una organización en cuyo historial está la Santa Inquisiciòn, las Guerras de Religiones, los ejércitos papales,  el apoyo a dictaduras repugnantes,...?.
 Acudo a citas, para mi reflexión,  de algunos teólogos de la propia Iglesia.
Sostenía  Enrique Miret Magdalena (1914-2009), hablando del aborto, que la mezcla de lo moral con lo científico  es una mezcla peligrosa y que no se puede dar como doctrina definitiva  lo que en muchos casos es sólo opinión discutible.
Un documento eclesiástico sólo puede ser dirigido  a los católicos, a sus propios fieles,   pero no a toda la ciudadanía, plural en sus creencias, opiniones y formas de vida. Una ley no puede obligar a abortar a quien no lo  desee,  como tampoco puede obligar a que no aborte bajo ningún concepto. Me refiero, claro está, a una ley civil propia de un Estado aconfesional.
Miret Magdalena  afirmaba también: " cuidemos de no emplear  la palabra crimen al hablar de aborto, porque en la legislación comparada la palabra aborto es considerada  de modo muy distinto  que el homicida. Habría incluso que preguntarse por qué la Iglesia  excomulga a un abortista y no lo hace a un asesino, cuyo delito social, moral y humanamente sería mucho más grave. Una ley del aborto disminuye los abortos clandestinos, con toda la secuela de inconvenientes , sobre todo para las mujeres de bajo nivel económico".
Otro Prelado, el Cardenal francés Guyot decía en 1975 a propósito de la ley del aborto en Francia: " La responsabilidad de los Obispos no es sustituir  a la responsabilidad de los legisladores. No es sólo por la vía espiritual como se puede imponer a un mundo descristianizado  las normas de la moral cristiana, ni siquiera de la moral en sí misma".
Y aún más: 
El teólogo Auer afirmaba que " la tradición católica nunca ha defendido de modo general la idea de que la vida humana empieza con la fecundación". Y el mismísimo catecismo  del Concilio de Trento, ( paradigma de Concilio reaccionario)  y celebrado entre 1545  y 1563- hace la friolera de más de cuatro siglos-  sostenía, " la  animación retardada de la vida y no en el momento de la fecundación".
Un Estado aconfesional, como lo define nuestra Constitución, no puede ser doblegado por una organización religiosa que pretende seguir implantado sus leyes, normas y costumbres a todos los ciudadanos y ciudadanas  del Estado, sean feligreses o no. Una organización que aún sigue dudando en pleno siglo XXI del papel de la mujer en sus filas y de no admitir, por ejemplo,  el control de natalidad.
La pérdida de derechos conquistados - en este caso, un derecho de la mujer- es inadmisible.
¿En qué Evangelio o en que texto de las Sagradas Escrituras se basan para sostener  su beligerante posición  antiabortista?.  La defensa decidida de la familia, -la que está en el mundo-, y de los desheredados de la tierra, incluidos millones de niños, son los que se merecen la atención, el esfuerzo y la denuncia ante los poderes gubernamentales, en estos tiempos de grandes retrocesos,injusticias y penurias. Para la denostada y fustigada Teología de la Liberación, es aquí, en la tierra, donde debe comenzar  el camino de igualdad, justicia y denuncia evangélica que conduzca - según ellos- al paraíso definitivo.
Por no hablar, ahora,  de otros temas lacerantes de máxima actualidad.



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