jueves, 4 de septiembre de 2014

Escándalos mayúsculos

Escándalo:    desenfreno, descaro, desvergüenza,
 inmoralidad, provocación. (WordReference. com).


¿Qué término buscaríamos para definir, con la mayor precisión posible, la situación política y social en que nos encontramos?. Porque en lo económico y laboral ya lo sabemos por boca de dos de nuestros visionarios Presidentes de Gobierno (Zapatero y Rajoy). Sin haberlo pretendido han dado en el clavo: en unos años hemos pasado de aquellos mentirosos brotes verdes - que dijo el primero como verdad innegable-, a unas raices vigorosas-, que ha dicho el segundo como verdad igualmente incuestionable-. Resulta, por tanto, que al no existir a estas alturas tallos crecidos de aquellos falsos brotes verdes, hemos de meter la cabeza bajo tierra a la búsqueda de las raices. De esas raices vigorosas que nos dice Rajoy. Desconocemos si con el paso del tiempo, además de la cabeza, tendremos que meter el cuerpo entero a la búsqueda de las mismas. Claro que una vez que estemos bajo tierra nos dará ya igual encontrarlas. Tal vez se trate de eso.
En lo político y en lo social, esos brotes  y esas raíces, lo llaman regeneración democrática. Es el concepto de moda en estas semanas que corren. No estaría mal si no fuese por un pequeño detalle: quienes han retenido la llave oxidada de la Transición  a lo largo de casi cuarenta años sin querer darle utilidad ni abrir el menor resquicio a pesar de las demandas habidas, no pueden convertirse por arte de magia en los cerrajeros de una nueva época. No son los indicados. Han perdido lo esencial: carecen de toda credibilidad. Y eso no se recupera en un mitin, ni en dos, ni en doscientos que hubiese. Ni tan siquiera cambiando caras. No se trata de ser impacientes. Hablo de casi cuarenta años, que se dice pronto. ¡Tanta semilla hueca, tanta mentira, tanta palabrería de escaparate, tanta inmoralidad, tanto menosprecio de ideales!.
Causa pena escuchar ahora al flamante Pedro Sánchez Pérez- Castejón - aparecido como conejo en chistera- contarnos, por ejemplo, la milonga  de denunciar el Concordato. Parece ser que no les dió tiempo en los  muchos años de gobierno del partido al que pertenece. O escuchar ahora a los dos grandes hablar sobre la necesidad de una reforma de la Ley Electoral, aunque dados los nervios ya ni se ponen de acuerdo. ¿Ahora la reforma  de esta Ley  ansiada tantas veces? ¿Precisamente ahora?.  ¿Qué razones les asiste para ese retoque?. 
El que faltaba en la orquesta amenizando este  fin de fiesta bipartidista era el Diputado Nacional Alfonso Guerra ( 37 años en el escaño bajo la legalidad vigente por supuesto y 37 años de edad cuando ocupó la bancada), quien ha lanzado un SOS a quien le escuche para que el PP y el PSOE lleguen a unos pactos urgentes dado los avances de lo que él llama neofascismo y , sobre todo, neocomunismo. ( De nuevo, y como siempre, el miedo). Es evidente que el movimiento Podemos se lleva todas las cartas de la baraja de descalificaciones ya que Alfonso Guerra lo define de forma indirecta como neocomunismo y su compañero de partido Felipe González lo tacha de Lepenista. Y esto, por no referirme ahora al partido en el gobierno y sus insultos permanentes.
Ha bastado el tornado económico al que estamos siendo sometidos para que el viento esté levantando las alfombras de la modélica Transición y veamos a la luz del día qué había, en realidad, bajo ellas. El exMolt Honorable Jordi Pujol y Soley, no es sólo él y su familia en el escándalo que ha saltado estos días. Se necesita todo un entramado, como en tantos otros casos conocidos y por conocer,  de personas, instituciones, cargos, silencios, complicidades, miradas al lado, poder, clientelismo, condescendencia, etc..... para llevar a cabo la presunta corrupción que se le achaca a lo largo de más de tres décadas. Atacar a la familia como lo está haciendo ahora el PP ( en vísperas catalanistas por cierto), debe ser también, quiérase o no, poner al descubierto la falsa sinfonía de la Transición a través de un nuevo y falso instrumento musical. ¿Cuántos van ya?¿Cuántos quedan aún?. 
Es una corrupción sistémica y entrelazada durante largos años a lo largo y ancho del país. Una corrupción cubierta por unos y otros salvo que alguno intentase romper la baraja como ha ocurrido con la consulta catalana. Para más escarnio, el asunto Pujol  no es nuevo. Sale ahora porque es ahora cuando interesa, aunque ya saltó a la palestra hace treinta años y posteriormente también salió a relucir en 2005 con la denuncia del 3% en comisiones. En los dos caso el silencio se impuso. Con estas historias, ¿Qué podemos decir de nuestra modélica proceso?.
En aquella Transición que hasta aquí nos ha traído, no "se hizo lo que se pudo". Se hizo lo que se quiso. Con el poder de unos y la renuncia a sus principios de otros que se sentaron gustosos a la mesa. Y a eso se le llamó consenso. Uno de los acuerdos exigidos, entre otros muchos, fue olvidar, no ya la República y la Guerra Civil como consecuencia de un Golpe de Estado fallido, sino también la Dictadura ( se le llamó durante mucho tiempo "Régimen anterior" hasta que pasados los años ya no hubo que  nombrarla más) y sus poderes intocables, incluido el económico y financiero. Venimos de ella aunque parezca que nunca existió y se haya mirado permanentemente para otro lado.
Este silencio ha hecho que hayan pervivido, en parte, las formas, el estilo, la impunidad, muchos comportamientos, los miedos, los apellidos ilustres, la corrupción como método en lo público,..... Hemos interiorizado y normalizado conductas atípicas impropias de un sistema democrático sano. ¿Cómo no va a estar marcado nuestro presente venido de una  dictadura de la que nunca se hizo el mínimo análisis y crítica? ¿Qué cortafuego se hizo entre ella y la democracia salvo el silencio absoluto?. ¿De qué nos vamos a extrañar ahora?.
La Transición fue una adaptación  engañosa  y exigida por el propio poder al morir el dictador. Era su único camino para sobrevivir. Eso sí, con algunas formalidades mínimas que cubriesen el expediente de una democracia formal y de apariencias. 
La intocable y anquilosada Constitución, no ha evolucionado desde su nacimiento ( 1978) ni un milímetro salvo para someternos al poder de la Troika, de manos, precisamente, de la llamada izquierda y que ahora se encuentra dando tumbos con las reflexiones pertinentes de quien perdió hace ya muchísimo tiempo su identidad: ¿Quién soy? ¿ de dónde vengo?  y ¿ dónde voy?.
Y aquí estamos casi cuarenta años después. Con nuevas caras, antiguas promesas renovadas una y otra vez, un cambio de Rey casi de la noche a la mañana, un probable "retoque" de la Ley Electoral ante lo previsible y lo que nos quede por ver aún.
 Y miedo y preocupación. Mucho miedo a no saber qué hacer, como entonces sí lo hicieron, con el caballo desbocado que hoy forman todos los movimientos sociales crecidos a partir  del l5M y que continúan a galope dado el hartazgo al que se ha llegado. Y miedo también a seguir tirando del hilo y encontrarnos con mil y un casos míticos como el del mítico Pujol y que los cascotes de la debacle caigan sobre nuestras propias cabezas.
El dique de contención se agrieta por días. Lo saben, aunque no lo reconozcan. Los falsos mitos se desmoronan. La sociedad acepta, a duras penas y con los dientes apretados, la regresión económica salvo que, a la par,  se le mienta, se le defraude y se le estafe. Es imposible una digestión con todos esos ingredientes.

Añado un artículo de Público,es del pasado uno de septiembre y titulado : " Arranca el curso político de un final de ciclo".





3 comentarios:

Anónimo dijo...

Sorprenden algunos vocablos... como el otro día en la asamblea de un partido emergente, donde oí a algunos recelar de unirse con otro partido de izquierdas por "el rechazo de alguna gente a los comunistas"... Me produzco una gran tristeza.

Anónimo dijo...

El agua estancada inevitablemente se corrompe. Es necesario abrir el dique y qué fluya un nuevo y transparente caudal.
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Anónimo dijo...

En mi opinión no caben menos palabras en en una definición tan certera. (JAEM)