jueves, 18 de septiembre de 2014

Proceso irreversible

Pienso que a estas alturas habrá pocas personas que opinen - otra cosa es que no lo exterioricen-, que la larga etapa vivida en las últimas décadas  goza de buena  salud. Durante el último tercio del pasado siglo, y ciñéndonos  a nuestro entorno europeo, tuvieron lugar  una serie de acontecimientos de envergadura ( a nivel económico, sociolaboral y político), que removieron  a corto y medio plazo el tablero surgido al finalizar la IIª Gran Guerra. Basta citar de pasada algunos de esos hechos para entender que las "tranquilas aguas", por llamarlo de alguna manera, por las que navegaba Europa desde entonces, al menos en apariencia, comenzaron a verse afectadas por un oleaje que ha ido a más  y cuyo final es impredecible:

La  férrea política económica de carácter neoliberal iniciada y liderada a dúo por Margaret Thacher y Ronald Reagan ( raiz de este presente devastador); la disolución  de la URSS en 1990; la guerra de los Balcanes  y la desintegración yugoslava; la caída del muro de Berlín ( 9 de noviembre de 1989); la reunificación alemana; la partición de Checoslovaquia (1993); la caída del comunismo y el asentamiento de la llamada socialdemocracia, casi desaparecida e inoperante en estos momentos,... son algunos de los hechos más significativos de las décadas ochenta y noventa.

 Eslabones, todos ellos, que nos llevaron a una entrada de siglo convulsa e incierta, marcada por la implantación de la moneda única, cristalizando en lo que algunos ya entonces calificaron como la Europa de los mercaderes; una fuerte inmigración no afrontada comunitariamente; los atentados de las Torres gemelas y sus consecuencias posteriores; el auge lento pero imparable del fascismo ocupando ya los parlamentos y por una crisis económica  potencialmente comparable a la Depresión del 29 salvando, evidentemente, las distancias pero que está dinamitando a las clases medias y marcando una línea roja entre países de primera y de segunda categoría de acuerdo al diseño previsto.

Todo ello está propiciando un zarandeo de gran calado  que está sacando  a flote viejas heridas, antiguos resentimientos, viejos fantasmas que parecían definitivamente enterrados y, también, recelos mutuos en  una Europa que creía haber llegado a un equilibrio modélico y a la consolidación de un estado de bienestar sin marcha atrás en el seno de unas democracias estables y sin peligros cercanos.

Es en este contexto europeo de profundo desprestigio y agotamiento de las instituciones políticas, de vaciado de la antigua izquierda y de la toma efectiva del poder  por el mundo financiero y económico en el que  nos encontramos nosotros. Eso sí,  a la cola del tren y soportando las peores consecuencias de la crisis, por más que lo nieguen y, además, con el aporte sustancial de nuestra reciente historia sui géneris tan distante del resto de países y que agrava, aún más, nuestra situación al haber tapado- que no resuelto- la dictadura franquista de donde veníamos y su lastre nocivo al no haber cortado de forma taxativa el cordón umbilical con la misma.

Lo bueno de las crisis - a pesar del miedo y la desorientación que producen en la densa niebla envolvente-, es la oportunidad que nos ofrecen de construir nuevas formas, nuevos métodos, nuevos caminos y nuevas ideas. Es el deseo y es la esperanza que hay que interiorizar como primer paso a sabiendas de que, hagamos lo que hagamos,  un ciclo está desapareciendo vertiginosamente ante nuestros ojos y será reemplazado en cualquier caso por otro.

El proceso iniciado, y que se percibe cada vez con  más fuerza en nuestra sociedad, es irreversible por mucho que se intente mirar para otro lado o se hagan esfuerzos casi sobrenaturales para contener el dique agrietado. Debajo de aparentes crisis localizadas y definidas, lo que subyace es un problema de fondo que nos afecta a todos: los gravísimos desequilibrios que se están produciendo, el rompimiento de la solidaridad. la expulsión de toda una generación fuera del sistema, la ausencia de protagonismo en la toma de decisiones que afectan a nuestras vidas y la descomposición de un modelo y partidos políticos  que, salvo excepciones, se pusieron  de espaldas hace tiempo al latido social.

 Los que hasta aquí nos han traído, haya sido por acción u omisión,  no merecen ni un segundo de nuestra atención ni de nuestra confianza. Sus palabras y sus aportaciones, en el momento actual, carecen ya de toda credibilidad a pesar del cambio de caras y ponen al descubierto sus auténticas ambiciones, como son la mera conquista del poder a secas o de su mantenimiento, totalmente alejados de una sociedad que se siente engañada y que sufre en sus carnes las consecuencias de un descomunal desaguisado dirigido y sustentado por los poderes de siempre con la connivencia  de unas  élites políticas entregadas a una minoría desde el inicio de la transición.

Las nuevas generaciones - cuarenta años después del comienzo de la misma-, tienen todo el derecho del  mundo, y más, a abrir nuevos caminos que les posibiliten recuperar tantos y tantos derechos perdidos  a aquellos que un día los tuvieron. Otros, que ni siquiera llegaron a tiempo,  permanecen fuera del sistema en el que nunca pudieron entrar. Vivir con dignidad es incompatible con la resignación que siempre nos han pedido. Es su tiempo y es su derecho.
¿Cómo negarse a reconocer que cada nuevo día, tan distintos entre sí, procede del anterior y antecede al siguiente?.

Acompaño esta entrada con un artículo de Vicenç Navarro, titulado  " Lo que está pasando en Catalunya y en España"  y que fue publicado  ayer día 17 en Público.es.
Reflexiones que aportan siempre otras miradas desde distintos ángulos y perspectivas.




* Vicenç Navarro López ( Gironella, Berguedá, 1937).- Sociólogo y Politólogo. Exiliado en 1962 por su lucha antifranquiata. Ha sido catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de Barcelona. Actualmente es catedrático de Ciencias Políticas y Sociales en la Universidad Pompeu Fabra.  Dirige también el Observatorio Social de España. Es uno de los investigadores  más citados en la literatura científica internacional en ciencias sociales.

1 comentario:

AGL dijo...

Me ha encantado la reflexión final. Estas hecho un articulista de pro, compañero...