viernes, 4 de septiembre de 2015

Escalofrios puntuales

" Que mi voz suba a los montes
y baje a la tierra y truene,
eso pide mi garganta
desde ahora y desde siempre"

( Miguel Hernández.- Oct. 1910- Marzo 1942.- Poeta)



Son como escalofríos puntuales entre seísmos y sacudidas que no cesan. 
En estos tiempos en que la imagen - eso dicen-, vale más que mil palabras corremos el riesgo de ser abofeteados de pronto por el impacto sobrecogedor de una fotografía espeluznante. Una foto fija solitaria, sin eslabones y sacada de contexto, capaz de conseguir que retengamos en ella nuestra retina, o que logre levantarnos el telón de nuestra mirada y que veamos en toda su crudeza otros rincones, otras situaciones y otros momentos pasados o presentes, más o menos, desapercibidos. Que veamos, aterrados, a esas otras personas anónimas ( miles, millones...)  que, todo lo más, formaron o forman parte de un número frío y neutro, vaciado de emociones, de sentimientos y de vida. Estadísticas frías y deshumanizadas que jamás logran conmovernos por duras que sean.


Estos días las televisiones, nos ofrecen escenas que parecen sacadas de una película - o así nos gustaría que fuese-  presentándonos  trenes tragándose refugiados hasta por las ventanillas de sus vagones; andenes llenos de soldados; vías  sin destino; cantidad de refugiados corriendo campo a través con el hatillo a cuesta y sorteando peligrosas alambradas; niños que no acaban de encontrar sentido alguno a este mundo en el que nacieron,... 
Si fuesen imágenes en blanco y negro, creeríamos que pertenecen a otra época. Al verlas se tiene la sensación de que asistimos al rodaje de una superproducción en cinemascope en la que se recrean y cuidan hasta los mínimos detalles: vestuarios, extras, trenes de época, etc.
Si embargo, es nuestra Europa de este momento. La misma Europa del Tratado de Maastricht 
( 1992). La misma Europa del Acuerdo de Shergen ( en vigor desde 1995). La misma Europa de la moneda única  y del progreso.
Los vientos insolidarios e intolerantes van aumentando de nivel ante las miradas tranquilas e insensibles de muchos ciudadanos y, sobre todo, de quienes tienen responsabilidades en las tomas de decisiones urgentes en el drama tremendo que suponen los refugiados. ¿ Acaso algún país europeo no ha vivido en su propia historia reciente esta tragedia?.
Si algo nos destroza y nos desgarra hasta lograr paralizarnos es, precisamente, niños como Aylan. o como su hermano Galip, y como miles y miles de ellos,  cuyo único delito fue nacer en medio de la barbarie.


Recuerdo ahora la atrocidad de la guerra de Vietnam simbolizada en la foto de una niña despavorida y desnuda huyendo del napalm, huyendo del infierno camino a ninguna parte. O esa otra foto de la trasera de un camión militar con la lona levantada y que dejaba al descubierto las  miradas desencajadas de niños durante la reciente y cercana guerra de Bosnia ( 1992- 1995).
¡ Cuántos lugares! ¡Cuántos momentos distintos! ¡ Cuánta brutalidad! ¡ Cuánta irracionalidad! ¡Cuánto odio! ¡Cuánto fanatismo e intransigencia!.
¡ Cuántas historias personales masacradas!. Historias de ilusiones, de proyectos, de vivencias, de esperanzas, de futuro. ..Todas ellas con nombres y apellidos.
Las historias infantiles cercenadas  nos dejan sin aliento ante el terror que provocan , pero lo que realmente nos transmiten  con nitidez es la atroz injusticia, agigantada desde  su inocencia absoluta y desde su exigua felicidad robada.
Todo esto nos remueve hasta hacernos dudar de nuestro aparente progreso.  Porque esa foto que nos ha golpeado estos días es la misma foto que hemos visto desde hace décadas. La misma. 
La foto de la barbarie y de la sinrazón. Como si fuese lo único que al parecer permanece en el tiempo, estremeciéndonos.
Todo lo demás, ha cambiado  y sigue cambiando a velocidad de vértigo hacia eso que, sin dudarlo, llamamos progreso.


( 22 )


Cada vez más presente.
Como si un rayo raudo
te trajera a mi pecho.
Como un lento, rayo
lento.

Cada ve más ausente,
como si un tren lejano
recorriera mi cuerpo.
Como si un negro barco
negro.

( Miguel Hernández.- Cancionero y Romancero de Ausencias)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La Europa corrompida hasta los cimientos, incapaz de dar solución a la tragedia de los refugiados. Cada día vemos más imágenes del trato que reciben niños, mujeres y hombres en su huida de la guerra, repugna esta Europa del tan cacareado progreso. A.M.P.

JAEM dijo...

Esa es la palabra exacta: repugnancia. Esa Europa dedicada a sus cuestiones del Gran Mercado, a legislar lo que haga falta y a amenazar a quien haga falta, a planificar y exigir de acuerdo a sus intereses. Que se lo digan a Grecia y al pueblo griego sumergido en su sufrimiento en el sacrosanto nombre de la deuda. Pero no hay medios para detener esa ola que busca sobrevivir huyendo de la muerte. ¿ Quien puede parar a quien huye despavorido de la muerte sorteando miles de kilómetros con su mochila a cuestas y sus hijos en brazos?.
Gracias por tu comentario. Un saludo.