“Pasaba por allí”. Eso fue lo que le sucedió a un tal Simón de Cirene, más conocido por el Cirineo, cuando le pillaron los romanos que conducían a un tal Jesús de Nazaret, más conocido por Cristo, para que cargara con su cruz camino del Gólgota. No sabemos si lo hizo de buen grado o si no le quedó más remedio que prestarse a ello. El caso es que pasaba por allí y le tocó.
A Simón de Cirene le queda al menos el consuelo de que, pese a tener que cargar con cruces ajenas, encontró la Gloria y será reconocido, por los siglos de los siglos, por esta buena acción.
Nosotros “pasábamos por aquí” y toda esa gente de la gran banca, de la patronal y demás jefes de la cosa económica nos han hecho cargar con su cruz de la crisis y aquí seguimos con ella. Cada día somos más en esta cofradía, en esta hermandad donde las procesiones van por dentro de cada uno ya que, a lo que parece, somos incapaces de sacarlas a la calle y correr detrás de esos listos que cada día nos hacen sentirnos como cirineos caídos en desgracia. El bueno de Simón de Cirene, que tiene el cielo ganado, debía interceder por nosotros que lo tenemos perdido casi todo si no espabilamos.
“Corriendo paraos”, como hacía “el maiqueljacson”. Así parece que nos hemos quedado: ni “palante”, ni “patrás”.
En estos días de la Pasión, debiéramos recuperar de nuevo la calle. No para ver procesiones (la nuestra, lo recordamos, va por dentro), sino para correr detrás de los que nos han hecho cargar con su crisis (¡qué cruz!) que ya es nuestra del todo.
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