" El Valle de los Caídos es un lugar pacífico, concebido como lugar de
encuentro para todos los caídos de la guerra civil"
(Partido Popular)
Mirar al pasado parece ser que es necesario solo si es para recordar y homenajear monumentos, personalidades y hechos con el sello inconfundible de vencedores de la guerra civil. Para todo lo demás, que no disponga de ese sello, mirar al pasado se convierte, para los que osan hacerlo, en remover cuestiones ya superadas, en mantener la memoria anclada en asuntos muy lejanos o, simplemente, en tratar de romper "la concordia y consenso logrado con el esfuerzo de todos".
Lo que acabo de escribir no es una percepción ni una opinión personal. Es una realidad basada en innumerables hechos que así lo atestiguan desde hace décadas. Sólo me referiré a dos de ellos porque han sido noticia estas últimas semanas.
El Valle de los Caídos, como símbolo faraónico funerario del final de la guerra civil y de la dictadura, se construyó entre 1940 y 1958. Situado en el valle de Cuelgamuros de la sierra de Guadarrama, fue inaugurado el 1 de Abril de 1959 ( vigésimo aniversario del final de la guerra). De dimensiones colosales, alberga en su interior 33. 847 víctimas de las cuales 12.000 permanecen sin identificar. Está constatado históricamente que el traslado de muchos de los combatientes del llamado bando nacional, se hizo en contra de la voluntad de sus familiares que nunca aceptaron el traslado de restos desde sus tumbas y panteones familiares locales.
Fue un inmenso campo de trabajo a lo largo de casi veinte años a cargo de prisioneros republicanos. 20.000 presos, según el historiador Juan Pablo Fusi pasaron por su construcción. El último traslado de restos a sus criptas tiene fecha de 3 de junio de 1983 según el libro de registro.
Allí, bajo la cúpula de la Basílica custodiada por la Comunidad benedictina y junto al altar mayor, se encuentran las tumbas de José Antonio Primo de Rivera y Francisco Franco. No sé si habrá algún país que honre de esta manera a sus dictadores y personas representantes de partidos totalitarios. Desde luego ninguno de nuestro entorno ni en países de democracias asentadas. Resultaría impensable algo similar en Alemania, Italia o Portugal, por citar tres ejemplos que vivieron también el terror totalitario.
De nada ha valido los casi cuarenta años que se van a cumplir de la muerte del dictador. De nada ha valido la democracia en que al parecer nos asentamos. De nada ha valido los veintidós años de gobiernos socialistas ( algunos con mayoría absoluta) para que el Valle de los Caídos dejase de se un símbolo de agravio y exclusión.
El último debate sobre la cuestión se produjo días pasados en el Congreso de Diputados a través de una moción presentada por el diputado socialista Odón Elorza, después de repasar la timorata Ley de Memoria Histórica del gobierno Zapatero, las recomendaciones de la ONU a España en esta materia y el Dictamen - ya olvidado- del Comité de Expertos creado por el gobierno socialista, que instaba al gobierno a " promover las actuaciones que sean necesarias para proceder a su reconversión y resignificación". Este Dictamen, retardado en su elaboración, fue acabado - no por casualidad- en fechas próximas a las últimas elecciones generales y guardado en algún cajón de despacho para que el gobierno entrante- sobre el que nadie dudaba ya que sería el PP - , lo llevase a la práctica. Todo un alarde de ingeniería política a cargo de los dos grandes partidos. Dar la sensación de cambio para que todo siga igual.
Ahí sigue en nombre de la reconciliación, dicen. La Democracia agradecida al Dictador. Y toda una lección: democracia y dictadura son compatibles. Así andamos. Es del todo imposible que una democracia permanezca décadas unida con cordón umbilical a la dictadura. Tan imposible como sería, evidentemente, lo contrario. Eso jamás ocurriría. Una dictadura jamás se asentaría sobre una democracia en nombre de la concordia.
La noticia fue recogida por público. es con fecha 17. 12.14
Acompaño también, sobre este tema, otro artículo de público.es con fecha 2. 12. 14 y titulado: Clases , rezos y nacionalcatolicismo en el Valle de los Caídos. Produce perplejidad y desconcierto que lo que en él se cuenta esté ocurriendo legalmente a los treinta y seis años de nuestra Constitución vigente.
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