viernes, 9 de enero de 2015

Síndrome de miradas sin visión

Cuando se carece de tiempo, uno opta por usar esa bayeta ennegrecida y guardada para la ocasión con objeto  de obtener un brillo instantáneo y fingido en los zapatos. 
Así es cuando se carece de tiempo, cuando no se tienen ganas o no se siente nunca la necesidad de limpiarlos en condiciones o, aún más simple, cuando limpiar los zapatos- al igual que otras facetas, hechos o  actividades cotidianas importantes, sean materiales o no - , se convierte sin más en un envoltorio carente de sustancia alguna.
Para casi nada nos funciona con buenos resultados esta actitud en la vida, ya que más temprano que tarde puede desembocar  en la enfermedad que bien podría llamarse síndrome de mirada sin visión. Mirar sin ver es como beber o hacer que se bebe con el vaso vacío. Es como asistir a algo sin estar. No sé si me entienden. Y esto, cuando se trata  de cuestiones relacionadas con el intelecto y aledaños, termina resultando demoledor para uno mismo.
Leer un artículo, por ejemplo, puede ser una de esas cosas cotidianas  de mirada sin visión. Y escribirlo puede convertirse igualmente en uno de esos limpiados rápidos con bayeta  con la única finalidad de mostrar un sugerente envase.
Un artículo jamás debe ofrecernos un vacío. Un buen artículo debe fascinarnos, descubrirnos algo nuevo, desconcertarnos, emocionarnos, removernos y abrirnos en canal, provocarnos preguntas o dudas sobre nuestras tesis y ayudarnos a despejarlas. Debe ser la llave que nos abra la puerta del habitáculo de quien lo firma hasta hacernos dudar, con el tiempo, sobre si quienes al final nos seducen son los artículos o sus autores.
Debe suscitarnos, de nuevo, aquella curiosidad placentera de la infancia que nos hacía indagar, husmear y preguntar constantemente a la búsqueda de respuestas sobre todo lo que nos rodeaba. Sobre aquello que mirábamos y, sin embargo, no acertábamos a ver. Sólo así, su lectura, nos enganchará y nos resultará, además, entretenida y atractiva.
No sé si la pasión por los libros conduce  a la lectura de artículos o sucede justo al revés. Tal vez, unos y otros, sean necesarios vasos comunicantes que se alimentan recíprocamente.
En todo caso un buen artículo debe ser el antídoto que nos saque de ese síndrome y que, incluso disfrazados a veces de viñetas como la del El Roto, su mirada y su lectura nos conduzcan necesariamente a su visión.
A esta sociedad de comienzos de siglo que camina alocada  hacia ninguna parte, le sobra miradas y le falta visión. Le sobra el torrente diario de información que no da tiempo a digerir y le falta formación para poder ver.
Las miradas, al igual que esas bayetas ennegrecidas, tratan de obtener, simplemente, un brillo instantáneo y fingido. Envoltorio al fin y al cabo.
La información de fachada, en cascada y  manipulada en la mayoría de las ocasiones  produce como mucho, ciudadanos mirones.
" Mírame, pero no me veas", parece ser la invitación que nos hacen a menudo desde los poderes reales y sus adláteres.


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