viernes, 13 de febrero de 2015

Perfiles y hojarascas

Hay expresiones que, sin causa aparente,  fueron abriéndose hueco en nuestro lenguaje hasta tal punto que han ido ocupando  lugares preeminentes  en cualquier conversación con independencia de su enjundia. Y digo sin causa aparente porque, en realidad, nunca hay puntada sin hilo incluso si se trata del lenguaje. Jamás hay vocablo nulo o frase aséptica. Quiero decir que no es cuestión de modas. 
Me he referido en alguna ocasión a la expresión pensar en positivo, que nos condujo, en los comienzos de los noventa, a abandonar lentamente, como el que no quiere la cosa, toda crítica que no fuese positiva. Es decir, que no siguiera los cánones oficiales establecidos. Salirse del camino implicaba pensar en negativo. Y pensar en negativo era y es algo dañino, nocivo  y peligroso. En todo caso, un pensamiento negativo ( alejado del positivismo oficial) era y es propio  de una persona pesimista y derrotista.
La expresión pensar en positivo fue reforzada, años más tarde, por otra que tampoco tiene desperdicio. Ya no se trataba solamente de pensar en positivo sino también de hablar y de actuar,.... dentro de los cauces de lo políticamente correcto. Y, claro está, lo políticamente correcto era y es todo aquello que desde altas instancias era bautizado como  lo políticamente correcto y punto. La expresión hueca e insulsa de lo políticamente correcto nos lleva  a cuestionarnos el sentido vacío de dicha frase.
Otras expresiones que han ido saliendo a la palestra han sido hacer los deberes y poner en valor. La primera de ellas nos ha ido recordando siempre nuestras obligaciones sin que, como contrapartida, saltase a la palestra de forma simultánea la exigencia de nuestros derechos. Y la segunda, a mi me suena más a poner en mercado algo que en sí mismo puede tener  la máxima importancia y valía por encima de salir en  bolsa, que es lo que parece. Deben ser los aires mercantilistas que nos cercan.
Hacer planes y proyectos, diseñar, tener propósito de algo o aspirar a una meta, resulta que es una hoja de ruta. No sé, pero hablar de hoja de ruta  a mi me traslada a épocas imperiocampamentales o a aquello, ya lejano, del servicio  militar. Le veo cierto encorsetamiento  a la expresión  hoja de ruta, del que carecen los términos, planes, proyectos y diseños.
Otra expresión que fue subiendo enteros fue y es tolerancia cero. Fundamentalmente su uso se centra en la violencia de género. Pos supuesto, nada que objetar, aunque tolerancia cero debería haber también, por ejemplo,  contra los desahucios. 
Hoy día hay una expresión muy en boga y nacida, igualmente, de esa nada  que nunca lo fue. Ponerse de perfil. ¡Ah, ponerse de perfil !. Forma sibilina y respetuosa de describir a quien mira para otro lado. Vulgarmente es hacerse el tonto o esconder la cabeza; no enfrentarse a un problema; no mojarse; no implicarse; no definirse; no tomar una decisión o, simplemente, no opinar- no por no saber-, sino por callar. Tacticismo puro. Es una nueva ideología: la ambigüedad.
La última que se nos ha puesto de perfil, no sé si dicho por ella o por su equipo asesor, ha sido Susana Díaz ante el obús lanzado por Pedro Sánchez contra la Federación Socialista Madrileña y todo lo que en ella se moviese, casi en vísperas de iniciar la campaña electoral. 
La Presidenta- que anda en otras ocupaciones más domésticas-, ha debido pensar, en esta ocasión, que todo lo que ocurra más allá de Despeñaperros es asunto de otro partido distinto al suyo aunque sea el mismo. Como, al parecer, lo primero para ella son los andaluces, se ha puesto de perfil y eso es, como poco, tratar de jugar con ventaja a la espera de ver qué ocurre y ya si eso.... dirá, en su momento. 
De perfil llevan, unos y otros, bastantes años. Así está el patio. Y cuando dejan de estar de perfil pasan- sólo los elegidos, eso sí-,  a un plano sobrenatural, llamado entre bastidores o lo que es lo mismo a  una situación discreta  y eficiente sin perder cuerda.
Dice el diccionario que perfil, entre otras acepciones, es la postura en que no se deja ver  sino una parte de las dos mitades del cuerpo. Yo añadiría otra acepción: postura en que no se deja ver el pensamiento real de una persona. Y eso, tratándose  de personajes públicas, tiene su cosa.
Lo primero que nos llama la atención de la pintura egipcia son las caras de perfil aunque sus ojos y hombros los vemos de frente y manos y pies del mismo lado. Es decir dos manos derechas o dos manos izquierdas. Conseguían así reflejar  toda la esencia principal del personaje. Como si la viesen simultáneamente desde varios puntos de vista. Muy singulares, los egipcios.
Ya que de perfiles y hojarascas escribo, añadiré por último que  es imposible repicar e ir a la procesión o, nadar y guardar la ropa. ( recientemente escuchamos: firmo ahora esta ley pero la derogaré en cuanto esté en el poder). Algo así como aquella frase del admirado  Groucho: " Estos son mis principios, si no les gustan  los cambio".  Solemne y de tinte estadista la primera frase e irónica y humorística la segunda.  Sin embargo, vienen a decir lo mismo. Es lo que ocurre al  ponerse de perfil aunque sea  de forma seria y ceremoniosa. Que su comicidad asegura la carcajada. 
En fin,.... siempre cantando de perfil aquellos versos, " ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio..".
Ya digo. De perfil. Ponerse de esta guisa supone, en cantidad de ocasiones, convertirse en mediocre. Claro que de tales palos, tales astillas. 
O mejor aún. De aquellos polvos, estos lodos.





2 comentarios:

Anónimo dijo...

Groucho Marx con su inteligente ironía decía. El secreto de la vida es la honestidad y el juego limpio. Si puedes simular eso, lo has conseguido. (Gea).

Anónimo dijo...

Harían falta personajes como Groucho en este tiempo. Gente, como él, mordaz, punzante, burlona e irónica. Con la inteligencia suficiente para retratar nuestro presente, tal cual, y provocándonos una sonrisa.
Graias por tu omentario. (JAEM)