lunes, 8 de octubre de 2012

Política sistemática de ocultación

¿Qué pensaríamos de un equipo médico que en cada sesión clínica se empecinase en seguir el mismo tratamiento con un paciente cuya gravedad fuese en deterioro permanente mes a mes?. Me imagino la cara de los familiares al preguntar angustiados y recibir como respuesta la frase lapidaria de " este es el camino y además no hay otro. Fuera de esto no hay salvación".
La escena anterior podría evocarnos, fácilmente,  una película de terror, una de esas películas de auténtico terror en las que como se decía antes, sin sangre ni escenas truculentas. Un terror basado en miradas, en  frases misteriosas y desconcertantes, en un aire envolvente que nos pondría los pelos de punta, en personajes reales aunque no visibles, imaginados detrás de una cortina en movimiento o colocando la cámara cercana a la nuca de alguien que acelera su paso por un largo corredor semioscuro hacia ninguna parte, u oyendo pasos cercanos por detrás  en una calle solitaria y llena de sombras siniestras  movidas caprichosamente por el viento y las escasas farolas. 
Un terror basado en ese enemigo real pero no visible, el mismo que nos infundiría ese equipo médico que sin explicaciones y sin búsqueda de otras alternativas, vemos, cómo  lleva inexorablemente al paciente a su final.
Ante la gravedad laboral (sobre todo laboral) y social del momento que vivimos  y cuyo deterioro se hace evidente día a día, se están aplicando medidas drásticas y sin contemplaciones que perforarán más y más el descalabro en el que estamos sumidos.

Josep Ramoneda ( Cervera, Lleida, 1949), periodista, escritor y filósofo, escribió ayer  el la sección  La columna de el diario El País, un artículo titulado: Las políticas de la vergüenza". En él nos hace un detallado análisis de la cuestión.

http://elpais.com/elpais/2012/10/05/opinion/1349438976_170463.html


Pero no es que estén titubeantes, o sin saber qué hacer o arrastrados por las circunstancias, o simplemente paralizados ante el rayo que no cesa. Sostengo, desde hace tiempo, que al igual que el equipo médico, las medidas están planificadas y ejecutadas con la precisión de un bisturí.
Tomo para ello las palabras de Josep Fontana, Historiador y profesor emérito de la universidad Pompeu Fabra:
"En el fondo nos ocultan que no sólo se están tomando medidas tremendamente injustas, sino que están cambiando las reglas de juego que aseguran la supervivencia de una sociedad democrática. Hay cambios en materias como educación, sanidad, derechos laborales o el sistema de pensiones que van a transformar permanentemente nuestras vidas y que no son de las que se pueden recuperar fácilmente. En la entraña misma de la política de austeridad está inscrita la voluntad de acabar para siempre con el estado de bienestar, para lo cual se desarrolla en paralelo un programa destinado a combatir las fuerzas que podrían garantizar su continuidad, como el movimiento sindical y la tradición cívica de movilización para la reivindicación  y la protesta."

El miedo que está generando la crisis nos tiene aletargados y anestesiados- cada vez menos- para poder aplicar de urgencias una operación de alta cirugía como es acabar con el estado de bienestar en esa Europa pujante y solidaria, que un día soñamos. Aunque, todo hay que decirlo, aquella primera piedra colocada con la moneda única, no presagiaba nada bueno ya por entonces, visto los tintes prioritarios y  puramente mercantilistas de la unión.
Nuestra mirada no debe centrarse tan sólo en este presente devastador sino en ser conscientes de que lo que está en juego es mucho más como nos dice el profesor Fontana: la transformación permanente de nuestras vidas carentes de un andamiaje democrático. Ese es el reto.

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