viernes, 3 de julio de 2015

Dos poemas para un cinco de julio

Al contrario que otros, este verano recién comenzado, nos está negando la inmersión sostenida en esas dulces profundidades magnéticas que nos hacían olvidar cotidianas batallas pasadas y nos resguardaban de esas otras, aún por llegar. 
Los veranos eran islas en las que una vez llegados, se rompían todos los puentes de comunicación con esas tierras firmes no siempre atractivas ni habitables. Era así, como uno - solo o en escogidas compañías- se dedicaba a las artes del gozo y del ensimismamiento, procurando no bajarse del limbo y a ser posible dejando escapar la mente, alguna que otra vez,  al mundo de las musarañas.
Este verano, al contrario que otros, ha dejado algunos puentes sin romper. Y eso hace que todo lo que está sucediendo  en tierra firme nos tenga fuertemente sujetos a ella y sin posibilidad de subir al limbo o de recrearnos perdidamente con las musarañas.
Por más que no quisiéramos, estamos en el día tres de este mes de julio. Tan sólo a dos días de que todo un pueblo decida- o al menos clame- sobre su propio destino. Sí, todo un pueblo que nos enseñó la democracia y que está sufriendo en estos días de forma redoblada la mentira, la intimidación y el chantaje para que su respuesta sea favorable  a perpetuar, en nombre de una camuflada democracia, la humillación  y la indignidad. No era esta la Europa que nos hicieron soñar.
Nuestra mirada a Grecia, es también nuestra voz, nuestras manos enlazadas y nuestro camino común. Ocurra lo que ocurra, nada será ya igual  a partir del  lunes. Ni para Grecia ni para los que en el barco vamos  instalados en segunda clase. Celebrar el referendum, es ya una victoria
Dos días. Como estos dos poemas de Constantino Cavafis.


Velas

Los días del futuro están delante de nosotros
como una hilera de velas encendidas
- velas doradas, cálidas y vivas.

Quedan atrás los días ya pasados,
una triste línea de velas apagadas;
Las más cercanas aún despiden humo,
velas frías, derretidas y dobladas.

No quiero verlas; sus formas me apenan,
y me apena recordar  su luz primera. 

Miro adelante mis velas encendidas.
No quiero volverme, para no verlas y temblar,
cuán rápido  la línea oscura crece,
cuán rápido aumentan las velas apagadas.



Murallas

Sin consideración, sin piedad, sin recato
grandes y altas murallas en torno mio construyeron.

Y ahora estoy aquí y me desespero.
Otra cosa no pienso: mi espíritu devora este destino;
porque afuera muchas cosas tenía yo que hacer.

Ah cuando los muros construían  cómo no estuve atento.
Pero nunca escuché ruido ni rumor de constructores.
Imperceptiblemente fuera del mundo  me encerraron.

                                                   Constantino Cavafis.-1863- 1933
                                                                                     Poeta griego




2 comentarios:

Anónimo dijo...

El pueblo griego llevado como ovejas al matadero. Mañana, gracias a sus ovejas "negras", tiene la gran oportunidad de plantarle cara a sus matarifes.Esperanzada en empezar a ver mañana, esas velas encendidas, doradas y calidas como dice el poeta. (Gea)

Gracias, una vez más, por compartir.

JAEM dijo...

Es difícil, o al menos así lo parece, que un enfermo y/o su entorno decidan seguir el tratamiento equivocado y sin visos de salir de la agonía, de un equipo médico fuera de la realidad. Buscar otras alternativas, aunque sean inciertas, sería como agarrarse a una mínima posibilidad de curación. Pero.... claro, si a este enfermo se le quiere hacer creer que el nuevo equipo médico pertenece al servicio funerario,.....
Eso es lo que está haciendo el equipo médico que lleva dirigiendo el proceso agónico del enfermo: o yo o la funeraria.
Muchas gracias, como siempre, por tu comentario.