viernes, 31 de julio de 2015

Microrrelatos de agosto ( I )


LA ESPERA



     Llegué a la estación con tiempo suficiente para dirigirme a la cafetería y tomarme un café. Desde mi mesa habitual me gustaba observar el movimiento incesante de personas que en animada conversación o en  silencios solitarios, se acercaban a la barra con sus pesadas maletas y bolsos de mano.
      Los altavoces anunciaron  la inminente llegada  del tren esperado.
      Nervioso, miré el reloj, terminé el café, me levanté, pagué el servicio y me dirigí al andén número nueve.  Se ausentaba la tarde y comenzaba a hacer frío. Me puse mi sombrero, me subí el cuello del abrigo, e impaciente, comencé a pasear reparando en el ajetreo anónimo de esos últimos momentos salpicados de despedidas consumadas con largos abrazos o manos cogidas, de momentáneas caricias, de sonrisas y miradas cómplices entre palabras íntimas, delatoras, siempre, de promesas y deseos compartidos.
      Por fin, un potente foco, acercándose desde lejos, advertía de la entrada del convoy en el andén. Lentamente, sus ventanillas se sucedían  ante mi mirada encendida y expectante.
       Pasados unos minutos de espera que se me hicieron eternos, el tren comenzó a alejarse despacio del andén, ya solitario, hasta desaparecer de mi vista nublada y confundida.
      Tampoco esta tarde había llegado. Tiré el ramo de rosas frescas en la  papelera más cercana y salí de nuevo a la calle.

      - Mañana, seguro que llega.

      Mis ojos, empañados, desdibujaban los destellos de las primeras farolas recién encendidas. Con la mirada aturdida, caminé hacia casa. Siempre así, desde aquella tarde en que la despedí en el andén número nueve hasta que el tren  se convirtió en un lejano punto negro.
      Justo hoy, hace siete años, cinco meses y catorce días.

      - Mañana, seguro que llega - me dije- y le daré en mano las rosas que en horas tempranas de cada día  le ofrezco en el cementerio sin entender qué me lleva allí. Las mismas rosas  que ante su rechazo de silencio, la esperan cada tarde en el andén número  nueve cuando, sonriente, baje por fin del vagón y venga a mi encuentro.

( JAEM )

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Sorprendente desarrollo y desenlace. Interesante. Enhorabuena.
FRC

José María Tello dijo...

De momento te diré que está bonito. Ya hablamos más despacio. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Esplendido relato, digno guión para un corto cinematográfico. (A.M.P)

JAEM dijo...

Muchas gracias por la lectura de la entrada y por vuestro comentario añadido. No deja de ser gratificante. Ser leído es, de alguna manera, la consumación de un acto como es el de la comunicación. Al menos, eso se pretende. Gracias de nuevo.

JAEM dijo...

Muchas gracias también a AMP por su comentario. Podría ser que partiendo del contenido y estructura del relato, diese para realizar un guión de corto. Eso son palabras mayores. Como idea vale para quien se atreviese a ello y tuviese madera. El lenguaje cinematográfico y materializarlo en todos sus aspectos debe ser un mundo fascinante.

Antonio J. dijo...

Bonito y emotivo relato, donde se confirma que el ser humano es el único condicionado por su pasado. Recuerdo que mantenemos para dar sentido a lo vivido .

JAEM dijo...

Para dar sentido a lo vivido... y yo añadiría que para entender el presente y modificarlo.
Gracias por tu lectura y comentario. Luis G. Montero, escribe hoy en Público un bello art., sobre la memoria y recuerdos, a propósito del cierre del centenario Café Comercial en Madrid.

AGL dijo...

... Si, promete como guión de un corto... Me ha recordado no se bien porqué a Penélope...

JAEM dijo...

Ya me lo han comentado. Aunque no era mi intención, parece que hay cierta evocación a Penélope. LO de un guión para un corto,.... ya me gustaría.
Gracias por tu comentario

Arropía Microrrelatos dijo...

HOLA. Me gusta. Estoy leyendo todos tus microrrelatos. Yo también tengo otro que me dijeron que recuerda a Penélope. Las estaciones nos inspiran, ja,ja http://arropiamicrorrelatos.blogspot.com.es/2014/11/viajeros-al-tren.html

JAEM dijo...

HOLA, Me alegro que te guste. Pues si, hay lugares concretos que inspiran. Uno de ellos, y que es todo un mundo, son las estaciones. Me has hecho recordar, uno que escribí sobre un padre y su hijo a la espera de su tren.
Muchas gracias por tu comentario.