miércoles, 20 de enero de 2010

Cincuenta y dos


















Ante el horror de Haití sobran ya casi todas las palabras. Y falta toda la ayuda. Cuanta más mejor.
Como decía uno de estos días El Roto en una de sus tremendas viñetas, en las que asomaba una mano entre los escombros: “Solo sepultados se nos ve". Y así parece ser.

Desconocíamos casi todo de Haití, que sólo era objeto de noticia cuando de catástrofes se trataba, sin reparar que la verdadera catástrofe que se sucedía cada día era la de la pobreza más extrema. Tal vez por eso, por ser pobres, están más indefensos ante los desastres naturales y ante los que durante dos siglos han causado también los tiranos, militares o “civiles”, en similar proporción.

Entre todos los datos y las cifras que, para subrayar el lugar que ocupa este país en el triste ranking de sufrimiento humano, se han ofrecido en la prensa en estos días, me ha llamado tristemente la atención uno de ellos. La esperanza de vida, (de vida desgraciada y penosa en todo caso) es de 52 años.

Si fuese haitiano, me quedarían apenas unos meses, si es que no me hubiese muerto ya o no hubiera sido una de las muchas víctimas de los terremotos. Víctimas que, en estos días, reclaman nuestra ayuda gritando desde este lado de la vida y desde aquel otro lado de muerte.

2 comentarios:

P Vázquez "ORIENTADOR" dijo...

Curioso que les preocupe el saqueo... ¿Hay algo que saquear?...

Anónimo dijo...

Ha sido como si el aire hubiese abierto una puerta, que ha dejado al descubierto toda la inmundicia humana. ¿De qué hablamos cuando hablamols de progreso?. Y Munilla, voz profunda de la iglesia profunda, hablándonos de problemas teologales.Increible! . Y nunca mejor dicho. (JAEM)