viernes, 7 de febrero de 2014

El Oficio de Enseñar

La revista Cuadernos de Pedagogía comenzó su andadura a finales de 1975. Sería difícil asomarse al tema educativo, y su evolución a lo largo de casi cuarenta años, sin escudriñar en sus artículos, en sus monográficos, en sus debates,... y en la cantidad de plumas  especialistas que compartieron, y comparten, sus conocimientos y propuestas con varias generaciones docentes.
En su revista 326 ( 2003), dedicada a " El sistema educativo a examen", la escritora Josefina Aldecoa escribió un artículo titulado  "Ser maestro" y que transcribo a continuación por su aportación a lo que llamamos el oficio de enseñar. Leer este artículo, nos clarifica en estos momentos  dos aspectos: el alejamiento progresivo de la corriente humanística en la nueva concepción de la enseñanza así como el ejercicio de una tarea docente cada vez más angustiosa por su galopante e inútil burocracia  y distanciada, por tanto,  de lo que  Aldecoa nos escribió hace once años  en esta reflexión.

Ser maestro

" En todos sus grados, el de maestro es un oficio complejo y delicado. Porque, desde luego, se trata de un oficio. La profesión es un ejercicio. El oficio es una pasión. Y no hay un oficio más digno de ser amado que aquel cuyo núcleo central es la entrega al ser humano.
Ser maestro es una actitud ante la vida. Ser maestro es creer en el hombre como persona y estar dispuesto  a ayudar a los más jóvenes en la difícil tarea de hacerse adultos. Por lo tanto, la principal cualidad que necesita el maestro es la generosidad.
Ser maestro, dedicarse a la enseñanza y a la educación en cualquiera de sus vertientes, exige una disponibilidad sin límites. Maestro de escuela infantil, Maestro de Primaria, Profesor de Secundaria, Bachillerato o Universidad, lo que importa en todos los casos  es que el hombre o la mujer que se encuentre por primera vez ante  un grupo de niños o adolescentes que le miren curiosos, sonrientes u hostiles, sabe que tiene que convertirlos en personas.
Un principio educativo que me parece muy claro es que hay que ayudar al niño a crecer, a desarrollarse y a madurar por dentro de acuerdo a sus capacidades. Hay que enseñarles a pensar, a razonar por sí mismos, a investigar el mundo que les rodea, a interpretar lo que observa. Se trata  de transmitirle  de viva voz, de forma activa y participativa y con ayuda de los libros, el mundo inagotable del conocimiento. Y, a la vez, algo muy importante: el sentimiento de solidaridad con el resto de los seres humanos, la tolerancia, el respeto, el concepto de lo que es justo  o injusto.
Las conquistas del hombre sobre la tierra son espectaculares. Pero este hombre de hoy con su punto de robotización continúa teniendo los mismos problemas que le han acosado a lo largo de los siglos. El primero: nacer para morir.
La brevedad  de la existencia, la fragilidad de la vida humana y la consciencia  de ambas realidades hacen necesario más que nunca despertar en el niño sentimientos y pensamientos  que contrarresten su angustia vital. Y es dentro del propio hombre, de su inteligencia y sensibilidad, donde hay que buscar el equilibrio.
Hoy más que nunca, el hombre tecnificado, sometido a presiones de todo tipo- el éxito, la exigencia extrema-, necesita tener acceso al mundo de la cultura. El acercamiento a la música, la literatura, las artes plásticas, la filosofía, puede transmitirle mensajes que alivien la congoja sin nombre que atenaza al hombre contemporáneo. Por eso creo que la educación del siglo XXI necesita más que nunca desarrollar en el niño y en el joven la consciencia de su propio yo y de su destino como ser humano, que ha de regirse por normas eternas de convivencia con otros seres humanos.
La creciente tendencia al uso de las tecnologías aplicadas a la comunicación tienen un riesgo cuando se trata  de la escuela.
Sustituir la palabra del profesor y la palabra escrita de los libros por internet es restar la capacidad de pensamiento analítico, eludir el esfuerzo para descifrar por uno mismo los mensajes culturales que se encierran en las bibliotecas. No podemos caminar hacia la robotización del niño. Él tiene que buscar las respuestas más allá de internet. En el niño hay que despertar preguntas, no atiborrarle de respuestas. Porque como dice Montaigne: " Vale más una cabeza bien hecha que una cabeza bien llena".
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Josefina Aldecoa: Josefa Rodriguez Álvarez ( León, 1926-Cantabria, 2011) fue una escritora y pedagoga española. Directora del Colegio Estilo ( fundado en 1959 e inspirado en la pedagogía de la Institución Libre de Enseñanza).  Estuvo casada  con el escritor Ignacio Aldecoa (1925-1969) de quien adoptó su apellido para su carrera literaria.

Montaigne: Michel Eyquem de Montaigne ( 1533- 1592). Filósofo, escritor, humanista, moralista y político francés del Renacimiento. Autor de Los Ensayos y creador del género literario conocido en la Edad Moderna como Ensayo.



3 comentarios:

garcialazaro dijo...

Josefina Aldecoa era una "maestra" en la más amplia extensión de la palabra. Ahora ya cuesta mucho encontrar a personas como ella o como aquellas maestras de la república que creían en el poder de la educación para cambiar las cosas.

JGR dijo...

Muy pocos compañeros que llegan a nuestros institutos se sienten "maestros". A veces a mi mismo, inmerso en un sin fin de papeleos y de burocracia, se me olvida que soy "maestro"

JGR dijo...
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