Hoy también, como cada día, bajó al pueblo buscando su café humeante en su bar tempranero de cristales empañados.
Alicaído, de vuelta a casa, se sentó sobre la piedra de siempre junto al camino y, allí, con la mirada abandonada esperó a que la luz del día se abriese paso sobre el valle aún callado, roto tan sólo por algún ladrido lejano entre solitarias chimeneas vivas.
Llegó a casa. Nadie ya le esperaba.
La tarde, lluviosa y solitaria, convirtió cada gota de agua en un anhelo, una evocación, una sonrisa, un afecto. Venida la noche sintió deseos de escribirle. Sobre el folio, las primeras palabras: " Esta noche te escribiría un poema y deambularía por calles desiertas hasta encontrarte...".
Miró su envejecido baúl, repleto de vida y confidencias atesoradas. Abrigado por la lumbre de su chimenea, se sirvió una copa y, entre lentos tragos, siguió escribiendo.
Miró su envejecido baúl, repleto de vida y confidencias atesoradas. Abrigado por la lumbre de su chimenea, se sirvió una copa y, entre lentos tragos, siguió escribiendo.
Desde fuera, la noche helada envuelta en un silencio estrellado, dejaba escuchar una vieja canción de Chris Christofferson, "... el ayer se ha ido y está muerto. El mañana nadie lo sabe. Esta noche yo necesito un amigo...".
Mientras, su lápiz tembloroso seguía trazando palabras llenas de ternura, si acaso, desdibujadas por amargas lágrimas de añoranza caídas sobre el papel.
Mientras, su lápiz tembloroso seguía trazando palabras llenas de ternura, si acaso, desdibujadas por amargas lágrimas de añoranza caídas sobre el papel.
Su perra, Canela, nunca más le esperaría ofreciéndole su mirada zalamera y buscando sus caricias.
Había muerto la última madrugada.
(Octubre de 2012).
1 comentario:
Que escena tan lograda. Estas hecho un artista. A veces, aunque no tenemos perro, se nos muere también "Canela" y nos ponemos sobre el papel... pero no nos sale nada tan hermoso como lo que has escrito.
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