No habíamos salido del miedo a la llamada gripe A, cuando en los medios de comunicación nos bombardean con la película 2012 para que nos deleitemos sobre como será el fín del mundo para aquellos que logren,o logremos, vivir el preludio navideño de ese año. Y bueno... esta misma tarde en El País digital aparece la noticia sobre una mutación grave aparecida en Noruega, hasta ahora controlada, del virus de la gripe A.
Tal vez, ante estas hecatombes anunciadas, no surja el pánico colectivo, la histeria incontrolada, el terror envenenando la venas, la gente despavorida gritando por las calles.... Tal vez no. ¡Claro que no!.
Pero estoy seguro de que el daño letal con este gota a gota mantenido, va dejando huella, digamos de una forma dulce si se quiere, en una sociedad ya de por sí temerosa de un tiempo a esta parte. Es como esa lluvia imperceptible que nos hace estar a la intemperie y con el paraguas cerrado, hasta que al tocarnos la ropa o el pelo, nos sentimos empapados.
Crisis económica incierta( ¿hasta cuándo?), cambio climático (¿Qué irá ocurriendo?), fín del mundo (¿será verdad?), pandemias , inseguridad, confusión... Ante toda situación creada, hay quien gane y, por tanto, quien pierda. ¡Como no!. No estaría demás preguntarse quiénes salen beneficiados y perjudicados ante este remolino.
Tengo miedo a tanto miedo generado, a tanto terror a modo de lluvia fina...
Porque ante esta gran foto de familia que es nuestro mundo, se va abriendo paso la desconfianza, el sálvese el que pueda, cerrar puertas y ventanas a todo lo exterior, a perder la mirada al pasado que nos trajo hasta aquí, a asirse desesperadamente a la primera argolla que balancee sobre nuestras cabezas como tabla de salvación...
Ante tantos y tantos malos augurios anunciados, están empezando a dejar de ser hecatombes reales , realidades que hace tan solo unas decadas nos hubieran hecho temblar y reaccionar. Si no, cómo se entiende el letargo de la sociedad ante el paro rampante, ante la corrupción, ... por citar dos ejemplos.
Ojalá hagamos caso omiso de voces que surgen en estas situaciones. Voces "firmes", "seguras", "determinantes",... señalándonos el único camino a seguir. Ya han comenzado a surgir algunas, aunque aún mantengamos la sonrisa en nuestra expresión.
He ahí, sin más, el miedo auténtico. El letal. Miedo al futuro inmediato mientras miramos hacia otro lado ante nuestro presente.(JAEM)