sábado, 31 de enero de 2009
“Bombardeos y reconstrucciones S.A.”
Es una vieja historia. Alguien vende la gasolina, la mecha, las cerillas… Luego actúa como bombero cuando ya casi todos se han quemado entre si. Mientras tanto se enriquecen con ello apareciendo como salvadores. Es una vieja y triste historia en la que siempre son los mismos los que pierden: los más pobres, los más indefensos, los más.
Los más ricos (los menos) son los que siempre han cambiado el oro por las baratijas, los que vendían los rifles a los indios y les dejaban de paso el whisky y los espejos, los que esquilmaban las materias primas a precios de ganga y vendía los productos manufacturados a precio de oro, los que contaminaban sin pagar o compraban los derechos de emisiones para contaminar aún más, los que predicaban sin dar ejemplo, los que hablaban de justicia sin reconocer a los tribunales, los que tenían a Dios de su parte (o se lo habían inventado), los que encerraban en guantánamos a sus presos por el bien de todos, los que eran víctimas de aquellos a quienes mataban, los que no sólo estaban en posesión de la verdad sino que, además, tenían la patente.
Los había en casi todos los países (en unos más que en otros). Predicaban, invadían, bombardeaban, arrasaban, quemaban, mataban,... para luego quedarse con la subcontrata de todo lo imaginable, el día después de la batalla. Y volvían a predicar… “Bombardeos y reconstrucciones S.A.”, era su gran empresa, pero tenían también otras pequeñas y medianas empresas, sub-empresas, y para-empresas como tapadera cuyos nombres se escriben con mayúsculas, figuran en los mapas, tienen himno y banderas, las presiden hombres con aspecto civilizado que se ponen la mano en el pecho, cantan y rezan y pronuncian muchas veces la palabra Dios y la palabra Paz.
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1 comentario:
Y así seguirán per saecula saecularum, por la gracia de Dios. El dinero y el poder, el poder del dinero.
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