domingo, 19 de abril de 2015

17. 621

" La justicia tendría que ser un servicio útil y no lo es. Hoy día no es el servicio
que precisa la gran mayoría de los ciudadanos para resolver sus litigios".

( Manuela Carmena.- Jurista )


El número que da título a esta entrada no es, como pueden imaginar, el cupón de la ONCE premiado ayer ni tampoco ninguna nueva cantidad descubierta de millones de euros bailando la cumbia  en remotos o cercanos paraísos fiscales.
Podría ser una pequeña parte en euros de lo que nos ha costado a los contribuyentes el rescate bancario o un dato de la bajada del paro ahora que la crisis es agua pasada- dicen-  y nuestro timón  apunta a toda máquina hacia las aguas tranquilas del crecimiento- eso nos dicen también-. Pero tampoco lo es.
Según datos que en su día hiciese públicos Alberto Ruiz Gallardón ( anterior ministro de justicia del gobierno de España), la cifra  17.621 corresponde a otro tipo de asunto no menos provocador..
Es, digamos, un "premio gordo" a la ciudadanía.
Imagínense por un momento que retrocedemos a la mañana del pasado  veintidós de diciembre, día del sorteo de Navidad. Una pareja de niños del Colegio San Idelfonso, canturrean  con la monotonía y el tono habitual de siempre los números y los premios que van saliendo de las esferas metálicas. Uno de ellos, canta el número 17621  y a la chica le cambia la cara a ver su bola y grita una y otra vez el premio mientras se dirige al estrado de la presidencia,..... ¡Aforadooos! ¡Aforadooos!. El Presidente de la mesa, muy en su papel, confirma lo el hecho ante  micrófonos y cámaras: ¡17621... aforados!.
No  sé si en este caso, el público de la sala  saltaría de sus sillones contagiado de la alegría del momento o se revolvería con gritos menos agradables al escuchar la cifra del premio gordo.
Aforado, es " persona que por su dignidad, rango o profesión goza de algún fuero o privilegio  en materia de jurisdicción". Para ellos, la justicia funciona con guantes de seda o al menos distintos que para el resto de los mortales. Son juzgados por el Tribunal  Supremo y no por los tribunales de sus ciudades respectivas. Se afirma que los aforados son cargos  de responsabilidad a los que " hay que proteger de las presiones a las que puede verse sometido un Tribunal ordinario". Ahí queda eso.
La cuestión, es que el aforamiento transmite a la sociedad una irritante percepción de privilegio.
Nuestro país y su " Marca España", en gira actual por medio mundo con los  múltiples y variados "numeritos" de todos conocidos, hace gala una vez más  de su peculiar estilo y funcionamiento interno en comparación con el resto de países democráticos de su entorno a los que tan unidos nos sentimos monetariamente hablando.
¡ 17621 aforados!. de los cuales casi 2000 son políticos. ¿ Hay quien de más?.
Cuando firman decretos y toman medidas  del tipo que sean, siempre tratan de hacernos creer que eran necesarias y que nos sitúan por fin en el promedio europeo, añadiendo la consabida muletilla: "...Entorno del que formamos parte ", 
Pues parece  que no es así en cantidad de cuestiones  y aspectos de puro ejercicio democrático,  que al final es lo que define a una democracia  avanzada y con buena salud.
En Italia y Portugal, por ejemplo, son aforados, los  Presidentes  de las  Repúblicas respectivas.
En Francia, el Presidente de la República  y miembros del Consejo de Ministros.
En Alemania y Reino Unido no existe esa figura.
Como siempre, somos distintos. "Spain is different" como nos dijo Manuel Fraga ( uno de los padres de la Constitución del 78), siendo ministro de Información y Turismo en los gobiernos del dictador allá en los años sesenta.
Nuestras coordenadas siguen siendo otras a pesar del ya largo recorrido de nuestra democracia. En este caso, como en otros, no les conviene la comparación ni el acercamiento  a Europa. Más bien lo ocultan los datos para que nos creamos que esto de los aforados es un saludable y democrático hábito europeo.
Aquí la justicia, además,  está altamente politizada. Su vinculación al poder político  se ha convertido en problema más que en solución. Hay cantidad de ejemplos en la coyuntura actual que reforzarían  la tesis de que estar aforado es, a priori, una defensa preestablecida y un privilegio. 
Tener la voluntad de acabar con la corrupción,  implica ante todo tomar una serie de medidas institucionales y legislativas que nos pongan en esa dirección. Pequeñas medidas  que lograrían de inmediato grandes resultados. La de acabar con los aforamientos sería una de ellas aunque hubiese que modificar la Constitución. Ya tenemos experiencia de cómo modificarla en cuatro días veraniegos.
Al menos deberían explicarnos las razones para que nuestro país, a diferencia del resto de la UE, deba tener  tan escandaloso número de aforados. No hay razones. Salvo una: tener una democracia enferma.  
La Inmunidad parlamentaria o política, no debe ser, en ningún caso, sinónimo de posible impunidad o privilegio.


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