Ha llegado en visita privada a nuestro país el Secretario de Estado del Vaticano. Viene a participar en una conferencia que desarrollará mañana en Madrid. Nuestro Gobierno le ha rendido pleitesía como segundo en la jerarquía vaticana. Allá ha ido nuestra vicepresidenta a aclararle la posición del Gobierno en temas que no le gustan a nuestro visitante. Me pregunto si es habitual en la historia de las democracias modernas dar explicaciones de cuestiones de política interna a un representante de un estado extranjero.
Parece que nuestro país tiene cierto complejo con el estado Vaticano. Hasta la comisión parlamentaria que está debatiendo la ampliación de la ley del aborto, ha aplazado sus conclusiones preliminares para no ofender a tan ilustre visitante. Nuestro Gobierno socialdemócrata intenta tender puentes con la jerarquía religiosa, tanto con la Conferencia Episcopal como cuando la vicepresidenta hace un viaje relámpago al Vaticano para que ponga orden en su sede española.
Vuelven a dar en la misma piedra. Mañana el Secretario de Estado halagará los oídos de sus acólitos y será el azote de sus enemigos. Porque sus enemigos son los que defienden la separación Iglesia-Estado y la libertad religiosa sin privilegios, el derecho a decidir sobre la propia vida y a una muerte digna, el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo, el derecho de las personas a vivir conforme a su orientación sexual, el derecho a formar cualquier tipo de familia, el derecho a vivir una vida sexual sana y responsable, el deber del estado de formar a los futuros ciudadanos con respecto a las normas que democráticamente rigen nuestra sociedad, …
Vuelven a dar en la misma piedra porque son fundamentalistas. Ellos no negocian, están posesión de la verdad. En todo caso, querrán imponer su modo de entender la vida a los demás. De hecho, la Historia nos enseña que cuando han tenido la oportunidad nunca han ejercido la tolerancia con los que no piensan como ellos.
1 comentario:
Se puede decir en latín, pero así creo que lo entenderían... si lo leyeran. Amen.
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