No encuentro una palabra mejor para definir el hartazgo que produce asomarse a las portadas de los diarios en estas últimas semanas. Noticias con mal olor, procedentes de cargos públicos y algunos de nuestros representantes políticos, empeñados en tirar por la borda el prestigio de nuestro sistema político y de tantas y tantas personas que pasaron, en un momento dado, por el servicio público o que estan en la actualidad, con el único objetivo de servir honradamente a la sociedad que les nombró y les depositó su confianza.
La última de estas noticias la leo hoy en El País, con el título El despacho de los milagros. (Pág. 14 y firmado por Fernando Garea). Leerla de principio a fín produce desolación. En unos tiempos duros para muchísima gente y con presagios nada halagüeños para el futuro inmediato, estas noticias son un insulto descarado a todos aquellos que temen quedarse cualquier lunes al sol. Redes, tentáculos, favores, amiguismos, información privilegiada,... en definitiva, presuntas corrupciones de distinto calado o, al menos, andar por ese filo, a veces difuso, entre legalidad y ética.
Posiblemente muchos de nuestros actuales representantes no estarían en la vida política si el sueldo a percibir fuese el mismo que viniese cobrando en su actividad privada y si fuese consciente de que su servicio a la ciudadanía va con billete de ida pero también con fecha de vuelta, anotada al dorso.
Pensar, como a veces se ha dicho, que en los supuestos anteriores la gente preparada eligiría la empresa privada por sus sueldos superiores, sería tanto como pensar que en la actual situación personas con preparación o sin ella, eligen la vida pública por sus emolumentos sustanciosos.
En cualquier caso sería necesario que por la vía que se estimase oportuna, se pusiese orden a tan disparatados y sonrojantes sueldos.
Hablar de congelación salarial en estos tiempos parece una medida acertada y asumida. Hablar de congelación salarial para quien gana seiscientos euros al mes es una tragedia. Pero hablar de congelación salarial con cuatro mil, o cinco mil, o... euros al mes, produce una sonora carcajada que da paso de inmediato a un rictus helado con interrogantes cuyas respuestas nunca se entenderán. Porque pretender dar ejemplo en la tempestad que se avecina, con un buen chubasquero puesto, es al menos, ofensivo.
4 comentarios:
En Galicia también lo han creido así muchos votantes de izquierda
No entiendo bien tu comentario.
JAEM.
Yo tampoco lo entiendo bien. Tal vez puede referirse a que una de las razones que se ha comentado en los medios que pueden explicar que la izquierda haya perdido las eleccions ha estado relacionada con los gastos superfluos (coches, reformas de pisos de políticos,proliferación de altos cargos.... Mucha gente de izquierdaha podido asquearse ante esto y ha pasado de votar...
Más o menos eso entendí yo. Pasar de votar ha traido, en parte, como consecuencia el triunfo del PP.
La pregunta del millón es: ¿Votar al PSOE en esas condiciones, o favorecer indirectamente el triunfo del PP?.Yo lo tengo claro.Ojalá se pudiese votar al PSOE.JAEM
Publicar un comentario